La política franco-colombiana Ingrid Betancourt fue galardonada ayer en Oviedo con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008 por «personificar a todos aquellos que en el mundo están privados de libertad y por su defensa de los derechos humanos y la lucha contra la violencia terrorista, la corrupción y el narcotráfico».
Betancourt, recientemente liberada tras permanecer secuestrada durante más de seis años en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se ha impuesto en las votaciones finales del jurado a las candidaturas del Colegio de Europa, con sede en Brujas (Bélgica), y del jesuita español Enrique Figaredo, que trabaja en Camboya desde 1991 y ha hecho de su vida una cruzada contra las minas antipersonas.
Valores encomiables
El jefe del Ejecutivo asturiano, Vicente Alvarez Areces, en su calidad del presidente del jurado, fue el encargado de leer el acta en la que también se destaca «la fortaleza, dignidad y valentía con las que Ingrid Betancourt se ha enfrentado a seis años de injusto cautiverio».
Con este Premio, el jurado «quiere solidarizarse con todas aquellas personas que padecen las mismas dramáticas e inadmisibles condiciones que ella ha sufrido, así como con aquellos gobiernos que, al igual que el de la República de Colombia, trabajan por la consolidación del sistema democrático y las libertades cívicas».
Nacida en Bogotá (Colombia) en 1961, Ingrid Betancourt inició su carrera política en 1994, cuando se presentó a las legislativas como candidata del gobernante Partido Liberal.
Firme defensora de la libertad y los derechos humanos, durante su trayectoria pública dirigió sus esfuerzos al impulso de la democracia y la justicia social, y a la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y la violencia, en la búsqueda de un futuro distinto y más esperanzador para los niños y jóvenes de Colombia.
Una carrera truncada
Abandonó el Partido Liberal en 1998 y se presentó al Senado por el partido Oxígeno Verde. Dimitió de su cargo con la intención de presentarse a las elecciones presidenciales representando al movimiento Nuevo Colombia en 2002, año en el que fue secuestrada por las FARC junto a su directora de campaña, Clara Rojas.
Nada más conocer la decisión del jurado, Betancourt manifestó que recibe con «inmensa emoción, mucho respeto» y «humildad» la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, en nombre de sus antiguos compañeros de cautiverio, vivos y muertos.
Tras afirmar que no se merece «semejante distinción», la premiada indicó que ve en «este maravilloso suceso» un feliz presagio para quien sí la merece, su «amada patria, Colombia, sedienta de concordia y paz», afirmó en un comunicado.