EFE-SAN FRANCISCO
California ejecutó ayer a Clarence Ray Allen, un reo ciego, sordo y
enfermo de 76 años que reabre el debate sobre el ajusticiamiento
con la pena capital para los presos de avanzada edad. Una hora
antes de que lo declarasen muerto, a las 08:38 GMT del martes,
Allen, el preso de más edad en el corredor de la muerte de la
prisión de San Quintín, en California, había cumplido 76 años, una
coincidencia trágica que sin embargo no pareció molestar al
reo.
En su última entrevista, el condenado echó mano de su sangre Cherokee y Chotaw y dijo que, llegado el momento, sus últimas palabras serían las del dicho indio: «Este es un buen día para morir». Sus esperanzas de celebrar su cumpleaños más allá del mismo lunes quedaron reducidas a la nada cuando el Tribunal Supremo rechazó, unas horas antes de la ejecución por inyección letal, la petición final de clemencia del condenado.
Sus abogados argumentaron que estaba demasiado enfermo y anciano para ser ejecutado, pero sólo un juez del máximo tribunal, Stephen Breyer, atendió a estos argumentos. Breyer recordó en su decisión lo avanzado de la edad de Allen y su deterioro físico, además del largo periodo de tiempo que pasó en el corredor de la muerte (23 años).«Creo que estas circunstancias son un gran interrogante sobre si la ejecución podría constituir un castigo cruel e inusual», dijo Breyer. «Nos hace caer más bajo que nunca», dijo por su parte Michael Satris, uno de los abogados del recluso.
Además de estar ciego, sordo y padecer diabetes, el ejecutado tenía que desplazarse en silla de ruedas y el año pasado sufrió un ataque al corazón. Allen fue condenado en 1982 por ordenar el asesinato de tres testigos de cargo en su juicio. Las órdenes fueron dadas mientras el condenado cumplía una condena a cadena perpetua por otro asesinato, según dijeron los fiscales. El autor de esos crímenes, Billy Ray Hamilton, espera su ejecución, todavía sin fecha, también en la prisión de San Quintín.
El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, rechazó concederle la clemencia el viernes bajo el argumento de que la cadena perpetua «no es el castigo adecuado para alguien que ordena asesinar testigos cuando está cumpliendo una condena de cárcel de por vida». El reo pasó su último día recibiendo las visitas de familiares, amigos, miembros de su equipo legal y consejeros espirituales.