Los Windsor recordaron con sobriedad ayer domingo la muerte de la princesa Margarita, pero la aflicción de los británicos distaba mucho de la expresada cuando falleció la princesa Diana, centrando su atención en la reina madre, de 101 años de edad. Por segunda vez en la historia de Gran Bretaña, la bandera ondeaba a media asta en el palacio de Buckingham, como sucedió al morir la ex esposa del príncipe Carlos, en agosto de 1997. Pero ahí terminan las comparaciones.
Predomina un sentimiento de relativa indiferencia o de no acontecimiento (por ser tan esperado) en un país que ya había quedado atónito ante las últimas imágenes públicas de la ex niña rebelde de la familia real, confinada en una silla de ruedas, con el rostro triste y la mirada encubierta detrás de lentes oscuros. Esa ausencia casi total de emoción era especialmente perceptible entre los más jóvenes.
Los diarios dominicales dedicaron numerosas páginas a la que ocupó un día el segundo puesto en el orden de acceso al trono, pero las televisiones o radios no cambiaron su programación, como harán sin lugar a dudas cuando fallezca la «reina madre».
La reina Isabel, que festejó el pasado miércoles el cincuenta aniversario de su ascensión al trono, casi no modificó su programa de compromisos oficiales de los próximos días, manteniendo por ejemplo su visita a Nueva Zelanda a finales de mes.