A bordo de una campana de inmersión, los submarinistas rusos y británicos, verdaderos protagonistas de una operación de salvamento con tintes de ciencia ficción, realizaron cuatro inmersiones hasta los 108 metros de profundidad, donde está la tumba del «Kursk».
Las condiciones meteorológicas en la zona del hundimiento eran idóneas para la operación, con viento de 7 a 12 metros por segundo, fuerza del mar de 3 a 4 puntos, visibilidad de 5 kilómetros, ligera lluvia y temperatura del agua de diez grados.
Los submarinistas tienen previsto instalar una serie de guías sobre las que practicarán las 26 «ventanas tecnológicas» que servirán de enganche a otros tantos cables para levantar el sumergible, hundido el pasado 12 de agosto.
Este es uno de los procesos más importantes de la primera fase de la operación de rescate iniciada la semana pasada en el mar de Barents, donde reposa el «Kursk» y los cuerpos de 106 de sus tripulantes.
Otros doce cadáveres fueron rescatados en otoño pasado y ahora todos los esfuerzos se dirigen a la recuperación de todo el submarino a excepción de la proa, donde se encontraban los misiles y torpedos del submarino y que resultó destruida en el naufragio.
Los agujeros que servirán de anclaje a los cables de izado serán realizados con un método parecido al que en otoño pasado sirvió para abrir aperturas en el casco del «Kursk» y rescatar los doce cuerpos, informó hoy la Flota del Norte rusa.