El papa Juan Pablo II concluyó ayer su histórica visita pastoral de tres días a Egipto, en la que ha cumplido su anhelo de orar al pie del Monte Sinaí, y ha transmitido un mensaje de paz, convivencia y armonía a todos los hombres. «He esperado mucho tiempo poder celebrar los 2.000 años del nacimiento de Cristo peregrinando a los lugares santos bíblicos. Por eso estoy hoy aquí, en esta tierra que pisó Moisés y en la que Dios nos reveló sus Mandamientos», dijo Juan Pablo II poco después de bajar del avión en el aeropuerto de El Cairo.
Ayer, último día de la visita papal, el Obispo de Roma se desplazó hasta la península del Sinaí, donde visitó el Monasterio de Santa Catalina, convento que acoge el lugar en el que, según la Biblia, Dios se apareció a Moisés en forma de zarza ardiente, y donde el Pontífice rezó unos instantes. Juan Pablo II cumplía así con el deseo que expresó al acceder a su pontificado, peregrinar a los lugares santos asociados a la historia bíblica, y que tendrá continuidad el próximo 23 de marzo en Jordania e Israel, donde el Papa finalizará su periplo pastoral.
El papa Juan Pablo II cumplió su «sueño» de peregrinar en el dos mil aniversario del nacimiento de Cristo al Monte Sinaí, desafiando a su delicado estado de salud y sus 80 años de edad. «Hoy con gran alegría y profunda emoción el obispo de Roma, llega como peregrino al Monte Sinaí, atraído por esta montaña santa en la que Dios reveló su nombre, y en la que dio su Ley, los Diez Mandamientos», dijo Juan Pablo II en el discurso que pronunció en el Jardín de los Olivos del Monasterio ortodoxo de Santa Catalina.