Cincuenta y cinco años después de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, se empezó simbólicamente a la construcción del monumento a las víctimas del Holocausto judío en Berlín, en un acto con amplia representación institucional, pero sin calor ciudadano. La iniciativa del homenaje a los judíos nació hace diez años y el Parlamento aprobó la construcción en junio de 1999, pero no se llegó a tiempo para poder colocar la primera piedra, que consistirá en 2.700 columnas de diversa altura, según el diseño del arquitecto estadounidense Peter Eisenman.
En otro escenario, el presidente checo, Vaclav Havel, apoyó la demanda de antiguos presos de campos de concentración nazis para que el 27 de enero, día de la liberación de Auschwitz, sea declarado Jornada de Lucha contra la Violencia, el Racismo y la Xenofobia. En un acto en el Castillo de Praga en el que estuvieron presentes el ministro israelí de Asuntos Exteriores, David Levy, y antiguos presos checos del campo de Auschwitz (Polonia), Havel pidió que siempre se tenga presente el Holocausto para que no vuelva a repetirse.
Simultáneamente, los líderes de 47 países reunidos en Estocolmo debatieron ayer la temática del Holocausto, concentrados en intentar comprender las raíces del odio humano, al tiempo que acuerdan métodos y mecanismos que permitan prevenir genocidios futuros.