El Audi A1 se presentó formalmente en el año 2010, después de que pasaran algunos años sin que la marca tuviera ningún vehículo en este segmento, ya que en 2008 se dejó de fabricar el Audi A2. Esta primera versión del pequeño A1 se basó técnicamente en la plataforma PQ25 de 2008, que fue compartida con el Seat Ibiza y con el VW Polo V2.
La segunda generación del modelo del que hemos podido hacer esta prueba fue presentada a mediados de junio de 2018. Como curiosidad, hay que destacar que la producción de este vehículo se trasladó de Bruselas hacia la fábrica de Martorell.
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20.713 €
Entre medio, concretamente en el año 2015, se le hizo un restyling, realizando cambios principalmente en los grupos ópticos y en los parachoques delanteros y traseros. El nuevo A1, además, sigue la arquitectura MQB-A0 presentada en 2017, sobre la que también trabajan actualmente los Ibiza y Polo.
Estéticamente el A1 ha sufrido algunos cambios importantes, aunque en esencia sigue siendo un vehículo de pequeño formato, con una estética muy Audi, mezcla de elegancia y deportividad.
La parte delantera destaca por tener unos faros led con luces diurnas muy visibles. El otro aspecto destacable es la gran parrilla delantera, que le confiere también un aspecto bastante deportivo.
De la parte posterior cabe destacar unos faros rediseñados que son más grandes que los de las versiones anteriores y que también le dan un toque mucho más deportivo.
La versión que hemos probado nosotros es el 30 TFSI (Audi ha cambiado también las numeraciones); se trata de un pequeño motor de 1.0 litro tricilíndrico, que desarrolla una potencia máxima de 116 CV. Es un propulsor que nos ha sorprendido en positivo, ya que esperábamos menos prestaciones y sensaciones de un motor de solo 1.000 cc.
A ello ayuda la cifra de par, de 200 Nm, que hace que tenga mucho empuje desde bajas vueltas. El cambio manual de 6 velocidades de esta unidad se ha mostrado muy precisa, aunque por su poca rumorosidad se nos hacía difícil ver claramente cuándo teníamos que cambiar de marcha y teníamos que recurrir a las indicaciones del cuadro de instrumentos.
La finura de funcionamiento, el punch que tenía y su respeto por el medio ambiente podrían considerarse los puntos fuertes de este propulsor. Los 9,5 segundos que tarda para acelerar de 0 a 100 Km/h, los 203 Km/h de velocidad máxima y los 4,8 litros de consumo a los 100 kilómetros son números que muestran a las claras el equilibrio de este modelo.
Nosotros sólo hemos subido a los 5,8 litros a los 100 Km las cifras facilitadas por la marca.
El comportamiento en carretera también es bastante neutro, cosa que consigue gracias a unas suspensiones más bien duras, sin que sean molestas para los ocupantes.
Toda la parte delantera del habitáculo se ha diseñado pensando en el conductor. El salpicadero no es completamente recto y toda la consola central se ha girado hacia la izquierda (incluida la pantalla) para facilitar la conducción. Además, como viene siendo moda en prácticamente todas las marcas, Audi también se ha deshecho de casi todos los mandos físicos posibles. El marcador también ha sustituido las agujas por una pantalla totalmente digital de más de 10” muy completa, aunque también existe la posibilidad de pedirlo con el marcador clásico.
El cambio de base ha repercutido favorablemente en la habitabilidad. Si bien la versión anterior era bastante incómoda para los ocupantes de las plazas posteriores, en esta segunda generación se ha mejorado mucho. El maletero, con 335 litros de capacidad, es suficiente, además de contar con líneas regulares.
Lo mejor: Un consumo bajo y una estética atractiva son sin duda los grandes atributos con los que cuenta este renovado vehículo.
Lo peor: Algunos materiales utilizados o la recuperación del motor son dos de las pequeñas pegas que se le pueden encontrar al modelo.
Ficha técnica:
Motor: 30 TFSI
Cilindrada: 999 cc
Combustible: Gasolina
Potencia máxima CV /rpm: 116 CV/5.500 rpm
Aceleración 0-100 Km/h: 9,5 segundos
Velocidad máxima (Km/h): 203 Km/h
Consumo (l/100 Km): 4,8 l.
Capacidad maletero (l.): 335 litros