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Una joya de Norteamérica

Juan Crespí, el volante de esta magnífica berlina de 1929 restaurada por su padre Antonio.

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Este Chrysler 75 de 1929, propiedad de Antonio Crespí, y que conduce en las fotos su hijo Juan Crespí Ferrer, tiene una larga historia a sus espaldas. Antonio nos cuenta que lo adquirió hace 20 años de la abuela de su contable y que se encontraba totalmente destrozado y abandonado en una possessió de Palma.

Necesitó siete años para terminar su restauración, ya que uno de los problemas principales para ello fue la falta de piezas y en particular las ruedas con radios de madera. Al final, y tras muchas gestiones, logró encontrarlas en Estados Unidos, aunque otras piezas, no menos importantes, tuvo que hacerlas personalmente, ya que no quedaban repuestos. En cuanto al número de horas de trabajo, Antonio ya ni se acuerda; lo único que nos dice es que fueron muchas, pues fue complicado juntar todas las piezas para la restauración.

El 75 fue uno de los vehículos construidos por Chrysler en los años veinte con un potente motor de 6 cilindros y 4.300 cc que alcanzaba una velocidad de 120 km/h. El fundador de la compañía, Walter Percy Chrysler, fue un apasionado de los coches y por ello dejó su trabajo en Unión Pacific para hacerlo en Buick, por entonces una pequeña empresa de automoción. En 1920 deja Buick e inicia su carrera en la fabricación de automóviles. En 1924 presenta el Chrysler B-70 y años después se consolida como una de las tres grandes compañías norteamericanas del sector.

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