«Yo no dormiría tranquilo si fuera el responsable de estos torrentes», señala Toni Burgos, a quien el Ajuntament de Sóller proclamó payés del año en la ‘Fira de sa Taronja' de 2022. Burgos se refiere al abandono de tres cauces que recorren la ciudad: el de can Creueta, el de Biniaraix y el de Fornalutx. Todos ellos confluyen en el Gorg den Bessó para formar el Torrent Gros, que desemboca en el puerto.
En algunos tramos de estos torrentes se han formado bosques de cañas. El canyar más grande corresponde al cauce que pasa cerca del Pla del Bisbe, en dirección a Fornalutx, paralelo a la carretera. Son decenas de metros de tupida vegetación que hacen imposible pasar a pie. «Esto no ocurría antes. Hace años, los vecinos y los payeses solían dejar cabras y bestiar que iban limpiando, no dejaban crecer nada. Ellos conocían el riesgo de que el agua se estancara y formara un embudo. Ahora, además de las cañas, que antes tenían una utilidad en el campo, encuentras lledoners, ullastres, caquis bords, figueres moreres, garrofers,… y muchos crecidos, además de batzers, que impiden pasar sin rasgarse, y todo tipo de males herbes. Nadie se ocupa, hay dejadez».
Hace un año se limpiaron algunas partes de los torrentes que atraviesan la ciudad, pero de manera limitada. Los trabajos se centraron en abrir vías entre la maleza para favorecer la circulación del agua, pero no se culminó en todos los tramos. La vegetación siempre asoma por un lado u otro, si no en todos. «Parece como si hubiéramos olvidado la inundación de 1991 en Sóller, cuando el agua arrastró un coche y sus dos ocupantes fueron rescatados de milagro», recuerda Burgos. «Ahora hay más riesgo. Los científicos nos hablan de fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes a causa del cambio climático. Además, existen casas construidas encima o muy cerca de los cauces, lo que multiplica el peligro».
Burgos señala al ayuntamiento de Sóller. «Los cauces que atraviesan la ciudad son de su competencia, pero si no lo fueran, sí lo sería denunciar el abandono. Pero da la impresión de que el consistorio ni siquiera hace eso, es como si no pasara nada, y lo mismo podemos decir del Consell. Por eso yo no dormiría tranquilo si fuera el responsable», comenta Burgos.