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El final de una era en Sa Muntanya

La dueña de la emblemática tienda se jubila y busca relevo para el negocio

La dueña de la emblemática tienda se jubila y busca relevo para el negocio | Aina Borràs

| Lloseta |

No hace la ‘è' llosetina pero es una de las personas que más conoce los entresijos del pueblo. Ha regentado la emblemática tienda de Sa Muntanya por más de 40 años, con todo lo que supone mantener un portal abierto en un pueblo pequeño como Lloseta. Maria del Carme Roser (Marratxí, 1954) se jubila, y ello deja en el aire el futuro de su negocio –una tienda especializada en material de montaña, ropa y calzado específico– que si a finales de año no ha encontrado relevo, cerrará sus puertas.

Esta podría ser la historia de otro comercio emblemático más que baja la barrera debido a la gentrificación o a la llegada de internet, pero no. Sa Muntanya sigue siendo rentable. Gracias a la dedicación de Maria, el comercio ha ido superando todos los retos que el paso de las décadas le ha impuesto: la llegada de nuevos materiales; la apertura de grandes superficies y los cambios en las dinámicas de comercio debidos a la irrupción de internet.

La dueña de Sa Muntanya, Maria Roser, se jubila a final de año.

En sa Muntanya no se venden cualquier tipo de botas para senderismo; se venden las que fabrican ellos mismos desde el año 1940 en la fábrica de Calçats Comes –una de las únicas supervivientes de los calzados en Mallorca– que comercializa bajo las marcas de Cabrit y Apache. De hecho, antes de abrir la tienda, trabajó unos años en la fábrica para poder dar esa explicación con criterio y proximidad que ofrece el comercio local al cliente. El motivo del futuro incierto de Sa Muntanya es que Maria cumple 70 años en mayo y considera que es el momento de dar paso a las nuevas generaciones: «Aquí hace falta alguien joven que esté al día de las tendencias y de las novedades. Yo lo he estado hasta ahora, pero creo que ya no es mi sitio», reconoce la dueña con la nostalgia de quien cierra una etapa tan significativa. Y es que, para ella, la tienda ha sido mucho más que un trabajo: ha marcado su vida. «Me ha enseñado mucho; cosas buenas y cosas malas, pero claramente las buenas superan las malas. Ejemplo de ello es cuando, mi madre estuvo enferma y yo la cuidaba. El hecho de venir a la tienda para mí era una vía de escape, un lugar seguro».

De hecho, Maria explica que sus amigas se refieren a Sa Muntanya como ‘can topa', porque es un lugar de encuentro para ellas, donde se reúnen para hablar y tejer su relación: «Me dicen ‘Maria on ens toparem ara si tanques?'», comenta la dueña.

La tiende vende los zapatos Cabrit y Apache fabricados en Calçats Comes.

Eso sí, ya tiene claro a qué se dedicará al cerrar esta etapa: «Quiero hacer todas aquellas cosas que la esclavitud de regentar un negocio no me han permitido. Ir a ver a mis nietos en sus actividades y, por supuesto, realizar también aquellas que me apetezcan a mí». Ir a pilates, a talleres de manualidades o a excursiones culturales son algunas de sus ideas, aunque la incansable Maria no cierra las puertas a nada, tan siquiera a la tienda, que claramente formará parte de ella para siempre.

El apunte

Calçats Comes: la historia de un negocio familiar

La fábrica mallorquina de calzado abrió en 1940.

En pleno boom de la industria del calzado en Mallorca, Antoni Comes abrió en 1940 Calçats Comes, un taller dedicado a la fabricación de zapatos de vestir para hombres. Treinta años más tarde y ya de la mano de sus hijos, la empresa enfocó su producción hacia la fabricación de el calzado deportivo de montaña. En ese momento nació la marca Cabrit, que exportaba a todo el Estado. Ahora, la nieta de Antoni, Xesca Comes, que trabaja en la fábrica, está cogiendo el relevo familiar.

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