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El puchero de los despropósitos

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Amigos, el mundo tiene un puchero a punto de ebullición: en el agua la gallina, la costilla baja, el tocino, la col y los pies del cerdo, dos pastillas de Avecrem recomendadas por Karlos Arguiñano y algunas especies para complementar. De los comensales sentados en la mesa, como en una reunión de mafiosos, nadie sabe quién es amigo de quién, ¿los chinos de los rusos, los indios del Séptimo de Caballería, los virtuosos de los drogadictos, los judíos de los cristianos, los payos de los calés, los veraneantes de los turistas, los iraníes de los drones baratos? En el puchero ya no cabe nada más, seguro que los listos miran de cerca como hierve el despropósito para sacar beneficio. Cuesta aceptar que los islámicos, con aspecto de místicos hambrientos, puedan vender drones a los fanfarrones del vod-ka, pero es cierto, tan cierto como que en su día fue Persia el mayor imperio del mundo. Parece que los judíos, tan discretos después del holocausto, en aquel territorio cedido por el Mandato británico de Palestina para tener «un hogar nacional para el pueblo judío, han creado, además del apartheid al pueblo palestino, una potencia nuclear en toda regla. Y los buenos de Europa, alma máter de todas las guerras, les piden a gritos que tomen partido a favor de los blancos. Los norteamericanos que mientras no se demuestre lo contario, van a favor de ellos mismos y sus pozos de petróleo, sacan beneficio de todos y a todo; eso sí, como siempre, en guerras lejos de sus inmensos territorios. Los chinos han reafirmado en el cargo de Secretario General del Partido Comunista a Xi Jimpling, con cara de monje budista y alma de Fu Manchú. Sobrevolando la cocina vemos colgado de una soga al cocinero mayor. Esperemos que el puchero esté cociendo a fuego lento y el resultado final no sea el que los analistas de televisión están dando en sus tertulias. La civilización actual ha servido para reducir al ser humano, que antes era mucho más sereno y temeroso, en un pobre diablo con cerebro digital y razonamiento cibernético. Olvídense de los milagros, a partir de hoy, por si acaso el mundo explota, la práctica de la masturbación no precisará de circunstancias atenuantes.

Nota del autor: Me gustaría dar las gracias a todos los que durante estos años han dedicado tiempo a pasear por las líneas ofrecidas por un servidor, a los partidarios y a los detractores, por qué sin ustedes esto no hubiese sido lo mismo y quiero darles sinceramente las gracias a todos por este emocionante paseo que me han permitido dar durante tantos años. Esta madrugada he fallecido y me será difícil acudir a próximas citas.

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