Pedro Reinés, reconocido empresario de la hostelería, compró en 1997 una parcela en la urbanización del Vilà donde soñaba con construir una vivienda con vistas al mar en la que disfrutar de su jubilación. A esta compra le siguieron las de otro cuatro solares, la última de ellas en 2007, un año antes de que el Govern protegiera la zona más alta de la montaña recalificando los terrenos (hasta entonces urbanizables) como rústicos. Solo uno de los solares que había comprado Reinés fue objeto de desclasificación pero transcurridos casi 30 años desde la compra inicial, el propietario aún no ha podido colocar ni una sola piedra de su soñada residencia familiar en el Vilà. «Estoy desesperado, ya no sabemos qué hacer, pero no pierdo la esperanza», explica.
La del Vilà, es una de las muchas urbanizaciones de Pollença que se fueron edificando a partir de los años 60 y 70 por distintas circunstancias (en este caso la quiebra de la promotora) acabaron sin concluir su desarrollo. Otros casos sonados son los de Formentor o la Font. El Vilà cuenta con un Plan parcial aprobado en 1963 y un proyecto de urbanización aprobado en 1982. Dispone de viales (en un pésimo estado de conservación), agua y alumbrado público. No tiene alcantarillado, las viviendas construidas hasta ahora están conectadas a fosas sépticas.
Según el planeamiento actualmente vigente la urbanización debe desarrollarse por el llamado sistema de cooperación que obliga al Ajuntament de Pollença a hacerse cargo de la dotación de servicios y de la correspondiente reparcelación y a entregar a los propietarios los correspondientes solares. Así se lo han hecho saber los tribunales al Consistorio en distintas sentencias.
Inicialmente el Vilà estaba compuesto de 135 parcelas urbanizables de las que el Govern desclasificó 28 en el año 2008 al considerar que se trata de un espacio sensible desde el punto de vista ambiental y que su construcción provoca impacto visual. El Govern protegió la parte más alta de la montaña pero incluyó una zona verde de 8.000 metros cuadrados que era clave para cumplir con los parámetros de cesión de zonas verdes y viales obligatorios. La urbanización quedó totalmente bloqueada durante años. El coste total de la protección (con el que el Govern indemnizó a algunos propietarios) fue de 297.404 euros. Pedro Reinés explica que «yo no recibí nada, y sigo pagando la contribución del solar que no podré construir».
La presentación de varias demandas de promotores y propietarios que acusaban al Ajuntament de Pollença de presunta inactividad y que reclamaban indemnizaciones llevó al Consistorio a aprobar en marzo de 2018 una nueva delimitación de la urbanización. Era el primer paso para desbloquear la situación desde la desclasificación parcial. El gesto de los responsables municipales provocó que otras demandas se archivaran, entre ellas la que había presentado Pedro Reynés contra la denegación por silencio administrativo de la aprobación y ejecución del proyecto de urbanización. Más de cuatro años después los propietarios siguen sin poder edificar en los terrenos.
El actual regidor de Urbanismo, Tomeu Cifre, explica que «convocamos un concurso para redactar el proyecto de dotación de servicios (ya presentado) y el proyecto de reparcelación». «Mi intención es tener una reunión con los afectados para explicarles, enseñarles e iniciar el proyecto, pero es difícil decir si será una realidad o no esta legislatura, no lo sé, estas cosas son complicadas», admite.
Tras más de dos décadas de esfuerzos infructuosos Pedro Reinés quiere hacer público ahora su caso para que la gente sea consciente del «calvario» que viven algunos propietarios. «Se van dando pasos pero no con la celeridad que sería necesario después de tantos años», dice. Lamenta que «aunque es una responsabilidad del Ajuntament desarrollar la urbanización, ninguno de los alcaldes que han estado al frente en los últimos veinte años ha hecho lo que toca y sin embargo yo pago religiosamente la contribución, también la del solar que desclasificó el Govern, el que tenía mejores vistas al mar».
El propietario denuncia además el «deplorable» estado de los viales. «Aquellos está hecho una pena, el Ajuntament no gestiona nada y los turistas se llevan la impresión de que esto es tercermundista», dice. No se plantea vender, no quiere renunciar a su sueño de hacerse una casa, pero es que además la propiedad sería complicada de vender en las actuales circunstancias. En su caso no compró las parcelas al contado sino que tuvo que pedir créditos bancarios que ha estado pagando durante años. «Persigues el sueño de hacerte una casa y por la mala gestión y por la inactividad del Ajuntament mucha gente como yo que compró, lleva ya toda una vida esperando mientras paga al banco». sentencia.