Santa Margalida celebró la Processó de la Beata más esperada y multitudinaria, una tradición en honor a Santa Catalina Tomàs que batió un récord de participación, tras dos años sin poder celebrarse en su versión más vistosa y participativa Este año, muchos tuvieron la vista puesta en el palco presidencial, escudriñando qué autoridades habían respondido a la petición del alcalde de Santa Margalida, Joan Monjo, a acudir ataviados con trajes de payés y payesa, «para mantener el espíritu de la procesión más típica de Mallorca».
Únicamente los representantes del PP y del PI recogieron el guante lanzado por Monjo y se vistieron a l'ample, junto con el propio alcalde y parte de su equipo de gobierno. Así lo hicieron la presidenta del PP balear, Marga Prohens, quien acudió con su bebé también vestida de payesita; el portavoz popular en el Consell, Llorenç Galmés; el diputado del PI, Pep Melià; los alcaldes de Petra, Salvador Femenias, y de Selva, Joan Rotger, y algunos concejales populares de pueblos vecinos, aunque no se vieron alcaldes de la comarca en el palco de autoridades. Las presidentas del Govern y del Consell, Francina Armengol y Catalina Cladera, no asistieron a la cita. Sí lo hicieron la consellera de Agricultura, Mae de la Concha; el presidente del Parlament, Vicenç Thomàs; el conseller de Turisme, Transició i Esports, Andreu Serra, y la diputada de Ciudadanos, Patricia Guasp, todos ellos vestidos de calle.
Una cita multitudinaria
Más allá de la esfera institucional, miles de personas llegadas de toda Mallorca vivieron la procesión desde dentro. Poco antes de las nueve de la noche, cuando arranca el desfile, se habían inscrito unas 800 colles de payeses, formadas por 3 personas la mayoría de ellas, pero también muchas acompañadas por carritos con numerosos bebés y niños de corta edad. Según la organización este año más de 2.400 personas se concentraron en las calles cercanas a Ca ses Monges vestidos de payeses para reclamar su jarra de barro y tratar de que los dimonis no se las arrebataran para estrellarlas contra el suelo a los pies de la Beata.
El personaje central, la Beata Major, fue encarnado con rigor y solemnidad por Joana Maria Rosselló, quien estuvo acompañada por Cati Plomer y Maria Magdalena Morey como su corte. Junto a ellas desfilaron las 12 carrozas diseñadas y construidas por un gran grupo de voluntarios, en las que otras niñas margalidanes encarnaban a Sor Tomasseta en distintos pasajes de su vida: sa Cuina de Son Gallard, Es pou, Els segadors, la Plaça des Mercat, Didal, Flor de Mallorca, Claustre, celda, Santa Catalina màrtir, Virtuds, Beatificació y Glorificació, que el público contempló entre aplausos por la detallada decoración de los carruajes.
Música y ‘picarols'
Junto a las carrozas desfilaron siete bandas de música, entre ellas la del municipio alicantino Vall d'Ebo, que este verano ha sufrido un voraz incendio; y también 32 ‘colles de xeremiers' llegados de toda Mallorca con sus fabiols, tamborinos y xeremies. Si la Beata representa el bien, en la cara opuesta están los ‘dimonis' de Santa Margalida, nada menos que 135 se apuntaron este año dispuestos a tentar a la santa, sin éxito, con sus provocaciones e impertinencias.
La Processó de la Beata está catalogada de interés turístico. Cada año miles de personas se acercan desde toda la geografía mallorquina para contemplar la devoción del pueblo margalidà a Santa Catalina Tomàs o sor Tomasseta, como la bautiza una canción popular mallorquina. Hasta la irrupción de la pandemia, la fiesta solo se había suspendido una vez, que esté documentado o se recuerda, en 1928 a causa de una epidemia de tifus. En 2020, la COVID-19 truncó esta buena estadística, obligando a suspender la procesión dos años consecutivos, aunque tanto en 2020 como en 2021 La Vila ha hecho un esfuerzo por mantener el espíritu de la fiesta vivo con la edición de un documental y de un libro, este último obra del periodista Mateu Cladera.