Albert Iglesias Aulet (Felanitx, 1995) ha aterrizado de nuevo en su Felanitx natal para remover consciencias. Tras finalizar los estudios de Secundaria se marchó a Barcelona. Allí estudió Escultura en la Massana para después cursar Diseño de Interiores. Al finalizar, realizó dos Erasmus: uno en Estonia sobre escultura y otro sobre escenografía de ópera en París. Con la llegada del confinamiento aprovechó para terminar el grado de Bellas Artes y con su vuelta a Felanitx se puso al frente del colectivo Facultat al Sindicat, para reclamar una facultad de Bellas Artes con sede en el emblemático edificio. También se ha convertido en Sor Estiércol, un reconocido pinchadiscos que ha triunfado en las mejores verbenas de la Isla. Pero también ha padecido la cara amarga de los pueblos y ha recibido insultos por su condición sexual. Este domingo fue el encargado del pregón de la peña El Cosso, en las fiestas de Felanitx.
¿Como surgió la propuesta de reclamar la facultad de Bellas Artes para el Sindicat?
— Fue a partir de un proyecto real para mis estudios. Pensé que el proyecto para revivir el Sindicat estaba parado y se debía reivindicar. La gente, el pueblo, tenía una gran desinformación sobre ello. Pensé que la ciudadanía se debía involucrar. Por ello, después, surgió el colectivo Facultat al Sindicat. Recogimos firmas e hicimos el mural. Me impliqué mucho y estuve tirando del carro, pero es muy difícil tirar de la gente con un proyecto que puede estar finalizado dentro de treinta años. Hasta entonces no creo que lo veamos abierto.
Entiendo que por ahora el Sindicat es un proyecto idílico...
— Creo que el planteamiento inicial del proyecto del Sindicat está equivocado, por ello hablamos de la Facultat al Sindicat. Es un patrimonio cultural de todos y se debe utilizar para la educación, para la gente de aquí. Para nosotros, no para los turistas que puedan venir a ver un monográfico de Miquel Barceló. Será un museo permanente y nosotros cuando lo hayamos visto una vez ya estará... No, hay que apostar por una facultad en el sentido amplio, activa, no estática. Sería una inversión de una calidad humana, social y cultural muy importante. Debe ser un espacio para nosotros, una inversión cultural para nuestra gente, no para los turistas.
¿A Miquel Barceló se le ha dado a conocer el proyecto de Facultat al Sindicat?
— Sí. Sé que se le ha comunicado nuestra propuesta, pero no hemos tenido ninguna respuesta. Conoce el proyecto pero no se ha pronunciado. Es un poco frustrante. Nos hemos sentido un poco ignorados. Es entre todos que debemos empujar y él tiene peso en el mundo cultural. Nos hubiera bastado una respuesta escueta.
¿Cómo ha visto la situación cultural de Felanitx? Siempre se ha dicho que era pueblo de artistas...
— Bueno, yo me estoy moviendo en la alternatividad. Además del proyecto del Sindicat, he realizado propuestas sobre las gerretes o los siete puigs de Felanitx. No hago nada porque sí, intento tener un motivo detrás. Me gusta reivindicar lo que queda en los márgenes. Poner una luz en ciertas cosas y sacudir a la gente.
Ayer fue el pregonero de la fiesta de El Cosso. ¿Cómo surgió su relación con la peña?
— Ya de joven me vinculé a la fiesta, me gusta sentirme implicado y, en un primer momento, tal vez por la edad, me faltaba conexión con los organizadores. Pero hice mis propuestas con la creación de esculturas felanitxeres para transportar las bebidas. Hoy, El Cosso, ya no es aquella fiesta alternativa dentro de la Macarena. Hoy tenemos que la fiesta por la mañana es muy auténtica, muy felanitxera, pero la gente que viene por la tarde... se debería repensar, gestionar de otra manera.
El Cosso, de neofiesta a tradición...
— El Cosso fue una chispa importante. Es un icono para el resto de neofiestas. Es importante que estas fiestas surjan sin olvidar sus orígenes. También es una evolución constante. Toda tradición ha sido nueva. El Cosso ha evolucionado de una comida de amigos a actos que ahora ya se repiten cada año, el pregón, ir a buscar los polos y ahora El Cosso culmina en el momento del palio. Ha sido El Cosso el que ha hecho la fiesta.
Y este año le han encargado el pregón...
— Ha sido un proceso de búsqueda y descarte. Quería una cosa dinámica que no fuese un monólogo y que la gente se lo pasara bien. Aposté por la ironía y creatividad felanitxera, una historia verdadera, falsa y surrealista. No hablé de mí pero todo el pregón era yo, empezando por el vestido de dama de los Cavallets. A mí no me dejaron bailar de dama y aún no se deja bailar a los niños de dama.