Las principales calles de la Vila volvieron acoger este domingo, después de dos años de impás, la tradicional Fira de Santa Margalida, centrada en los productos artesanos, la almendra local y la exhibición de coches y motos antiguos, vehículos de colección en una nueva normalidad en la que escasea el stock de vehículos nuevos. Las autoridades locales encabezadas por el alcalde Joan Monjo y el teniente de alcalde Martí Àngel Torres, dieron el pistoletazo de salida a la feria a las 10.00 h. Mucho menos concurrida que la Fira Nàutica y de la Sípia de Alcúdia (con la que tuvo que competir ayer), la feria de los vileros, hizo disfrutar al público local.
Los niños volvieron a disfrutar de los juegos infantiles tras dos años sin feria por la COVID-19 mientras que los más mayores, fijaban sus miradas en las potentes colecciones de vehículos antiguos, coches y motos, expuestos en los alrededores del Ajuntament. En la Plaça Major, dos máquinas antiguas daban cuenta de la antigua vinculación de la Vila con la almendra, un producto a la venta en dos puestos de este enclave.
Bajo el escenario principal situado en la Plaça Major, una lona rodeada de almendros era el testimonio de una muestra de la almendra que intenta captar al visitante asiduo de las muestras con sabor gastronómico. La presencia de animales fue casi testimonial, con un puesto de alquiler de ponis y un espectáculo ecuestre. Hubo cuenta cuentos, ball de bot y otros actos populares. Cerró la jornada la procesión de la misa de ramos.