Un punto de encuentro de amigos y familias. La decisión de la Demarcación de Costas de denegar el permiso para abrir los famosos chiringuitos de la playa de sa Caseta des Capellans ha sentado como un jarro de agua fría a los propietarios de los tres negocios, Can Gavella, La Ponderosa y Olimpia Opa & Oma, y a sus trabajadores, que son los más afectados por la postura de Costas de no renovar las concesiones para las terrazas de estos locales. Pero también los clientes habituales de estos locales han levantado la voz para pedir que, una vez más, su apertura de el pistoletazo de salida al verano mallorquín. A muchos les ha pillado la noticia con reservas hechas para el próximo mes de mayo.
Eva Diz apunta que los chiringuitos de es Capellans, sobre todo Can Gavella, «es uno de esos lugares que te hacen sentir parte de la Isla, aunque seas de fuera, como yo. A mí me llevó por primera vez una mallorquina. Apenas había turistas y era como si me hubieran invitado a comer a su casa de la playa. El ambiente era, y aún es, como las comidas familiares de los domingos, en las que te reúnes con la familia, los amigos, con los niños, todos alrededor de una paella y con ese Mediterráneo de fondo que es un auténtico privilegio. Una paella que, por cierto, es diferente a todas, porque es una receta tradicional de Muro. Todos los años vamos al menos dos veces con amigos: para estrenar el verano y para despedirlo. Es ya como un ritual. Incluso tengo amigos de la península que vienen 'para despedir el verano en Can Gavella'», finaliza.
Miquel Molinas asegura que «los chiringuitos me traen recuerdos de los veranos más felices de mi niñez, ya que veraneaba en Ses Casetes des Capellans», al tiempo que recalca que «son un emblema de la zona norte, donde he celebrado comidas entrañables e inolvidables con familia, amigos y, últimamente, con mi actual pareja, degustando, no solo excelentes paellas si no toda una variedad de platos exquisitos, en un entorno y ambiente de ensueño».
Gabi Melis, por su parte, asegura que el cierre le parece «innecesario» y cree que no producía ningún perjuicio a la costa. «Estos locales ayudaban a mantener la playa limpia. Comer delante del mar siempre daba un plus al día de playa y no creo que ocupase mucho espacio para el disfrute del resto de bañistas», lamenta.
Stephanie es francesa y vive en Mallorca desde 26 años: «Mallorca es mi tierra de adopción y amo lo que esta Isla ofrece». Este miércoles se enteró por redes sociales que van a cerrar los chiringuitos de la playa. «Enseguida reaccioné porque nos quieren quitar un lugar emblemático de Mallorca. No pasa ni un solo verano sin que vaya allí a comer. A todos los amigos que vienen a visitarme en verano les llevo allí. No se lo pueden perder, este sitio lo reúne todo, la comida excelente, el trato y sobre todo las vistas» señala.
En este sentido, dice que ahora que todos están volviendo a la normalidad, «no hay mejor sitio que este para comer los pies descalzos en la arena Quiero apoyarles porque hay edificaciones en Mallorca mucho menos ecológicas y pegadas al agua que tendrían que quitar antes que estas. Espero que valoren su decisión y se echen para atrás», señala esperanzada.
Víctor Sala explica que «comer una paella con los amigos en cualquiera de los chiringuitos de primera línea era un plan obligado del verano. Iba con diferentes pandillas de amigos y siempre era un día completo y agradable». Además, entiende que es un problema la proximidad de los locales a la costa, pero diferente sería si se instalaran nuevamente. Con la inflación por las nubes y las dificultades económicas q sufrirán muchas familias, que un centenar de personas pierdan el trabajo me parece preocupante».
Gemma Vega, por su parte, recuerda que fue por primera vez allí hace unos 10 años, y no ha faltado ningún verano. «Nos encanta comer allí una paella acompañada de sangría y con esa fantástica sensación de tener los pies en la arena. Luego hacer sobremesa con un buen postre y un mojito de coco. Se ha convertido en una cita habitual y casi obligatoria para pasar un día con mi grupo de amigos y sin niños, un día de escapada 'only adults'». Mientras que Miquel Aguiló recuerda jugar a voleibol en Capellans y después ir a la fiesta que organizan allí, sin zapatos en la arena. Esa sensación de paz que se respira no puede perderse», pide el mallorquín.
Hasta exresidentes de Mallorca, como Charo Hierro, han alzado la voz para pedir que los chiringuitos puedan conservar sus terrazas: «Para mí Can Gavella es EL chiringuito por excelencia. Lo tenía todo: una ubicación inmejorable, vistas alucinantes, comida riquísima, buen servicio... Cuando vivía en Mallorca iba al menos un par de veces a comer sus famosas paellas».
«Ahora que estoy en Madrid cada verano me reencuentro allí con mis amigos. Es una cita obligada en el calendario. Daba igual si solo viajaba cuatro días, uno estaba reservado para comer allí. Me encanta comer con los pies enterrados en la arena y mirando al mar. Voy a echar de menos esa sensación de paz y tranquilidad», finaliza Hierro.