Wally, la ballena gris de cinco toneladas de peso y menos de dos años de edad que este jueves ha sorprendido a propios y a extraños apareciendo en la bahía de Santa Ponça, al sur de Mallorca, y poco después se ha desplazado a las Malgrats nada en busca de la ruta adecuada que la acerque al camino de vuelta a su hogar. Esta es la tesis más extendida entre los especialistas en grandes cetáceos que estos días han seguido su caso de cerca.
La expectación mediática generada por la visita de esta gigante de las profundidades ha sido especial, e incluso los medios conservacionistas se han visto obligados a recordarle a la ciudadanía que a un gran cetáceo no se le puede molestar. La conselleria de Medi Ambient ha informado de que técnicos del Consorcio de Recuperación de Fauna de las Illes Balears (COFIB) y del Palma Aquarium están realizando un seguimiento del cetáceo con la colaboración de Salvamento Marítimo, los Agentes de Medio Ambiente, el Servicio de Emergencias 112 y la Fundación Save The Med.
Antes de dejarse caer por Mallorca Wally pasó por la Comunitat Valenciana. En concreto, en Benidorm, se denunció que una embarcación ligera la persiguió durante una parte de su recorrido.
La ruta de Wally por el Mediterráneo
Antes de visitar costas valencianas había conocido el litoral catalán. Los profesionales que monitorizan su recorrido habían anticipado una ruta sur o suroeste, aunque en las últimas horas, después de abandonar los últimos puertos alicantinos en los que fue vista, Wally ha dado un bandazo más. Acercándose a la costa balear, Wally corre el riesgo de ser atraída por las corrientes hacia el Mediterráneo central, lo que la apartaría aun más de su destino.
El primer punto en el que la ballena fue localizada hace unas semanas fue frente a la bota italiana. De allí remontó hacia el norte, bordeó la Costa Azul y sobrepasó el golfo de León hasta penetrar en las aguas españolas.
Lo ideal, para los científicos y entendidos en la materia, sería que Wally topara con el estrecho de Gibraltar. De este modo podría salir a mar abierto y tal vez así retomar con éxito su viaje de regreso a casa. Sin embargo, algunas voces se temen que no lo consiga por su estado de salud. Los ejemplares de ballena gris, que pueden llegar a pesar hasta 20 toneladas, suelen habitar las frías aguas del Pacífico y el Atlántico Norte, a miles de kilómetros de nuestra latitud.