La Valldemossa que descubriera a finales del siglo XIX el archiduque Luis Salvador de Austria se puede considerar como la cuna del turismo en Mallorca. Y uno de sus establecimientos más emblemáticos desde entonces, el Hostal Can Marió, es el protagonista del libro que lleva su nombre, obra del doctor Jaume Mercant.
La familia Mercant, con un árbol genealógico que se remonta a la Valldemossa de finales del siglo XVI, siempre ha estado al frente de este establecimiento, que a día de hoy está reconvertido en restaurante.
Fue Antonio Mercant, bisabuelo del autor, quien hacia 1911 (las fechas no son muy concretas en los escasos documentos oficiales), fundó el hostal que llevaba como nombre el malnom de la familia, Marió. El padre de Antonio, Jaime Mercant, ya había hospedado al Archiduque en las habitaciones que tenía disponibles sobre su colmado.
La forma de negocio era muy novedosa en la época. Considerando que la población por aquel entonces era la propia de un municipio básicamente agrícola, un establecimiento como aquel fue una novedad, sobre todo para los que trabajaban en él, alejados de la dureza del campo.
Se trataba de un negocio diversificado, que constaba de 21 habitaciones, además de un café, un restaurante, una tienda y una mercería. Como oferta complementaria se ofrecía un carruaje, conducido por uno de los hijos de Antonio, que realizaba excursiones a Sóller desde Miramar. La tarifa era de 1 peseta el trayecto de ida y 75 céntimos el de vuelta. Se podría considerar este servicio como la primera oferta complementaria que se ofrecía en la Isla.
Can Marió fue durante décadas el buque insignia del turismo en Valldemossa y la lista de personalidade que pasaron por sus habitaciones es enorme: el actor Fortunio Bonanova o los pintores Normann Bruck, Mariano Montesinos, Henri Brugnot y Joan Fuster son solo algunos de sus visitantes ilustres.
Todos ellos están recogidos en un volumen editado por Documenta Balear con el que el autor homenajea a su familia.