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Las nuevas restricciones pasan factura a los productores locales de cordero y lechona

La cooperativa payesa de Pollença dispone desde hace años de un centro de tipificación en el que los corderos de sus socios se agrupan por lotes homogéneos para su venta a distribuidores. Los productores temen que se repita el colapso de marzo si no se da salida al género. | Curro Viera

| Palma |

Las nuevas restricciones sociales aprobadas para frenar el aumento de contagios de la COVID-19 pasan factura a los ganaderos de la Isla que han tenido que reinventarse y centrar sus esfuerzos en el reparto domiciliario del producto reduciendo las raciones para adaptarse al máximo de seis comensales por mesa.

Así lo explica el presidente de la cooperativa payesa de Pollença, Martí Solivellas. La cooperativa arrancó esta semana con un goteo constante de anulaciones de los encargos de cordero y lechona para Navidad y un frenazo de los encargos de cara a la Nochevieja.

A domicilio

La cooperativa de Pollença puso en marcha durante las semanas más duras del confinamiento un servicio de reparto de carne a domicilio que ha venido manteniendo hasta ahora con una media de 60 pedidos semanales. En los últimos días de la semana pasada ya notó una reducción de casi un 50 % y solo ha vivido un pequeño repunte el jueves y el viernes de esta semana.

La porcella a domicilio (sin cocinar) cuesta 65 euros y el cordero 75. La cooperativa da también ahora la posibilidad de comprar medio cordero por 55 euros.

En cuanto la venta a distribuidores, la lechona se vende en lonja a 49 euros la unidad (5 menos que el año pasado) y el cordero lechal a 7,50 euros el kilo, precios que se prevé mantener hasta Reyes. A pesar del abaratamiento los distribuidores apenas compran género porque tienen congelada mucha carne y las nuevas restricciones han echado por tierra las comidas de Navidad en los bares y restaurantes. «La campaña empezó bien, pero ahora el 80 % de los restaurantes, que tenían previsto abrir hasta Reyes, han decidido echar el cierre», lamenta Solivellas.

La cooperativa tenía previsto dar salida esta semana a unos 550 corderos y apenas han alcanzado los 200. Temen que se repita el colapso que el centro de tipificación (engorde) vivió al inicio de la declaración del estado de alarma. Los productores locales de cordero y lechona blanca tienen además una dura competencia con las ofertas de última hora de algunos supermercados. «Han sacado a precio de saldo carne congelada del mes de marzo y no podemos competir», dice.

Los de Porc Negre se libran en cambio de batallar contra esas ofertas al ser el suyo un producto autóctono que distribuyen solo cadenas especializadas en producto balear. Aún así las cifras no son optimistas. Pep Martorell, propietario de Rancho Grande y miembro de la Associació de Productors de Porc Negre cifra en un 50 % la caída anual de ventas.

Rancho Grande fue, ya antes de la pandemia, uno de los productores pioneros en la venta directa al consumidor. Sirven cochinillo asado acompañado de patató y ensalada a un precio de 155 el cochinillo entero con transporte a Palma (130 si se recoge en Son Serra). Para adaptarse a la nueva situación dan la posibilidad de comprar medios cochinillos y no solo enteros a un precio de 80 euros la unidad.

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