Si la semana pasada el alcalde de Consell, Andreu Isern (PSOE), denunciaba su «cabreo» por el cierre de la Unidad Básica de Salud del pueblo desde el inicio de la pandemia, en los últimos días se han sumado a las críticas el alcalde de Selva, Joan Rotger (PP); el de Escorca, Toni Solivellas (PP) y el de Búger, Pere Torrens (PSOE).
Todos comparten su indignación por el recorte en los servicios sanitarios que se prestan en los pequeños municipios y pedanías, algunos de ellos recortes que ya venían de antes de la pandemia. Es el caso por ejemplo de Búger cuyo médico se marchó de vacaciones antes de la declaración del estado de alarma y la Conselleria «no encontró un sustituto con carnet de conducir para seguir prestando el servicio, aunque incluso me ofrecí a mandar un coche cada día a buscarle a sa Pobla», explica Pere Torrens.
Torrens consiguió este viernes finalmente que el director general Juli Fuster le «prometiera» que la semana próxima recuperarán la atención médica y de enfermería con cita previa en el pueblo.
El alcalde de Selva, Joan Rotger, aseguró que sigue intentando sin éxito hablar con el director general. Tanto es así que ha editado un bando explicando la situación a sus vecinos. «Desde la última carta de la Conselleria, hace un mes, no hemos tenido noticia. Hace 20 días que llamo al director general de Salut, Juli Fuster, y no me responde. Los pacientes mayores están muy enfadados y confusos», dice Rotger. El alcalde recuerda que «en Selva tenemos 4 centros y perfectamente podría haber 2 líneas separadas para evitar contagios pero me dicen que el problema serio es la falta de médicos, por bajas o porque son de riesgo», añade.
En el mismo sentido se pronuncia Toni Solivellas de Escorca. «No tenemos servicio en Lluc y tampoco nos quieren poner el de temporada de la Calobra», dice.