Begoña lleva diez años viviendo en Mallorca y ha vivido tanto tiempo de alquiler que hasta le cuesta hacer memoria de cuántos techos la han cobijado. Hace cuentas con los dedos: un piso con tres desconocidos al final de la calle Aragón cuando llegó a Palma, una planta baja con dos amigas cerca de la Cruz roja y varios minipisos de similares características en el Casc antic. Un día se cansó de vivir en 45 metros, tener una nevera pequeña y subir escaleras con el carrito de la compra. «Es muy molón comer en la mesa auxiliar junto al sofá y fumarte un cigarro en tu minibalcón mirando a la plaza, hasta que pasas de la treintena, necesitas dormir y el ruido de las conversaciones te molesta o te apetece invitar a gente a cenar y no hay sitio», dice. Por eso, se decidió a buscar casa propia. Eso fue a finales de septiembre del año pasado, pero los números no le salían a la hora de pagar la hipoteca de una vivienda de segunda mano en Ciutat. En diciembre tiró la toalla y dejó de buscar, pero ahora, tras dos meses de confinamiento y teletrabajo, se ha decidido a ampliar sus miras y salir de la capital palmesana. Ya ha visto tres pisos prometedores, todos con balcón y luminosos, que en Palma le costarían entre 15.000 y 30.000 euros más, dependiendo de la ubicación. Ahora espera la respuesta del banco para hacer una oferta en firme a los propietarios.
La pandemia del coronavirus ha trastocado todo, también a la hora de buscar vivienda. Los expertos lo dejan claro, el mercado inmobiliario cambia, y las prioridades de los compradores también. Los precios, tanto de compra como de alquiler, bajarán mínimamente; se incorporarán más pisos al mercado del arrendamiento, hasta ahora destinados a turismo vacacional, por la incertidumbre en el sector turístico; las viviendas con balcón, terraza o jardín y mucha luz natural refuerzan su condición de producto estrella; y adquiere mas atractivo la Part Forana, al haber más oferta y precios asequibles. Sito Palmer, presidente de la Asociación Balear de Servicios Inmobiliarios (ABSI), estima que la búsqueda de vivienda fuera de Ciutat ha aumentado en poco más de un mes un 40 por ciento: «La gente que nunca pensó en irse del centro de Palma ve la situación con otros ojos. Y el miedo a un rebrote en otoño del coronavirus y un nuevo confinamiento les está haciendo buscar opciones en localidades como Consell, Binissalem o Llucmajor, bien comunicadas por carretera con Palma, con viviendas con espacios abiertos y con precios más razonables que en la capital palmesana», enumera el agente inmobiliario.
Los compradores buscan viviendas con terreno en las afueras, incluso en el mismo municipio.
No podemos hablar de un éxodo a la Part Forana, pero sí de un mayor poder de atracción. La mancha de aceite inmobiliaria se extiende más allá de las fronteras de Ciutat.
Época de oportunidades
El último informe de la sociedad de valoración de inmuebles Tinsa señalaba que, de enero a marzo de 2020, Baleares fue la cuarta comunidad con mayor variación interanual (6,2%) y a nivel provincial fue la sexta con una mayor subida de precio y la tercera con el metro cuadrado más caro (2.301 €/m2), por detrás de Guipúzcoa (2.453 €/m2) y Madrid (2.399 €/m2). ¿Esto va a cambiar? Todo indica que no; es más, desde la Asociación de Agentes Inmobiliarios de Baleares se muestran sorprendidos con lo rápido que se ha reactivado el sector con la desescalada. «Es una época de oportunidades, y la clase media o media alta quiere aprovechar la situación. Hay más oferta, tanto en venta como en alquiler, y la gente ha cambiado su perspectiva. Trabajadores y empresas han descubierto el teletrabajo y la importancia de tener una casa acorde a las necesidades de la familia –señalan desde la API–. Y ven fuera de Palma una opción factible. Y lo estamos notando en viviendas que antes nos quitaban de las manos en un día, y ahora llevan semanas sin visitas. Tenemos un piso en alquiler de dos habitaciones en el Casc antic, reformado y con parking por 1.300 euros que ahora mismo no tiene salida. En diciembre hubiera durado una mañana. La atracción inmobiliaria se traslada fuera del centro, los arrendadores o compradores buscan algo diferente», señalan, al tiempo que lo confirma el presidente de ABSI, Sito Palmer: «Nos ha entrado un piso en venta en la calle Blanquerna de Palma. Hace unos meses sería el producto estrella. No digo que no se vaya a vender, que lo hará, pero tardará más de lo que sus propietarios esperaban», confiesa.
Los compradores postcoronavirus buscan pisos con terraza, más luz natural y alejados del centro, si la economía lo permite.
«Los productos estrella inmobiliarios en Mallorca siempre han sido los áticos, las plantas bajas y los unifamiliares. La percepción social es que las personas que vivían en viviendas de estas características han sobrellevado mejor el encierro que familias con balcones pequeños o sin ellos. Ya durante el confinamiento detectamos más interés por este tipo de viviendas y ahora estamos viendo cómo crecen las visitas», explica Roberto Fiol, gerente de Fincas Fiol, que señala el repunte de las búsquedas en localidades de la periferia de Palma, situadas a 20 minutos, que «permite venir a trabajar en coche, que los hijos sigan estudiando en Palma y, si hubiese un rebrote, se sienten más seguros en estas localidades porque el número de casos ha sido inferior al de la capital palmesana», añade Fiol.
Precios más bajos
Desde la Asociación de Agentes Inmobiliarios de las Islas recuerdan que los precios, si bajan, será a medio plazo. Por el momento, los precios de compra se mantienen y el alquiler solo ha descendido en Ibiza, un 20 por ciento, ya que muchos trabajadores del sector turístico no vendrán a hacer una temporada que se vaticina a medio gas. En Mallorca, en cambio, alquilar o comprar una vivienda sigue costando lo mismo que hace un par de meses. Por eso, la Part Forana parece más interesante. Viviendas con balcón y en buen estado por 600 o 700 euros al mes y con terraza por 900 mensuales. Hay que rebuscar mucho en Ciutat para encontrar cifras así.
Solo hay que echar un vistazo a portales especializados como Idealista, que suma a diario una media de 15 viviendas nuevas a arrendar a largo plazo en la Isla, muchas provenientes del alquiler tipo Airbnb. Pero incluso aquí «los propietarios se muestran cautos –afirman desde la API–. Prefieren tener el piso cerrado y no cobrar nada para esperar a un arrendador fiable y con una nómina segura a alquilárselo a cualquiera», aseguran. Tolo Gomila, presidente de Fevitur, la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos, resta importancia a este trasvase al alquiler anual y recuerda que los propietarios tienen miedo a los inquilinos morosos y esperan que la temporada turística no sea tan catastrófica como se auguraba hace unas semanas: «Se nota el trasvase en ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla. Pero en Baleares será diferente, quizá algunos propietarios con problemas de liquidez. Pero el mercado no se va a inundar de nuevos pisos», concluye Gomila.