«Lluc es nuestro Santuario y queremos más que nunca que lo sea de todos, un atrio y templo donde se viva la cultura del encuentro». Esta es una de las reflexiones que el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, lanza a los fieles en el último Full dominical en plena crisis por la marcha de los Missioners dels Sagrats Cors tras 128 años.
Sin citar expresamente la cláusula por la cual los padres de Lluc deben ser hijos de Mallorca, el Obispo habla en su escrito de que Lluc es un «referente de la mallorquinidad en su vertiente identitaria de la cultura y la lengua» y también de la «abertura a todo aquello que dignifica a las personas y hermana a los pueblos». Queda, dice «mucho por hacer y el máximo de dedicación por poner, Todo el mundo ha de poder decir de Lluc ‘Som a ca nostra'. Está claro, es la casa de la Mare y los hijos se tienen que encontrar bien en buen clima de familia».
En la misiva Taltavull explica que «seguiremos hablando y atendiendo todas las sugerencias» al tiempo que pide a los fieles que «rueguen para que las gestiones que estamos haciendo y, contando con la ayuda de todos, lleguen a buen puerto. Porque estamos ante una gran oportunidad, estamos buscando el mejor servicio que la Iglesia ha de hacer desde el Santuari de Lluc para el bien de todo el pueblo de Mallorca y de los que nos visitan».
Consciente del debate que ha generado la marcha de los ‘Coritos' confirmada hace quince días el obispo Taltavull reconoce que «la noticia causó un gran trasiego a toda la Diócesis y originó una diversidad de relatos y visiones personales». «El nuevo momento que nos toca vivir lo estamos llevando con los Missioners dels Sagrats Cors con el máximo de colaboración hasta el día que la Diócesis se haga cargo del Santuario y de su conjunto de forma definitiva», dice.