Crece la indignación entre los vecinos y restauradores del Port de Alcúdia a medida que se conocen nuevos datos sobre la convocatoria del concurso público para la remodelación del antiguo polígono naval. Llevan más de una década luchando para que se prolongue el paseo marítimo hasta el puerto comercial y para que se eliminen los astilleros de la primera línea de mar, mejorando la conectividad puerto ciudad, pero no están dispuestos a consentir que la dársena se convierta en un aparcamiento de barcas y mucho menos que se construyan nuevas edificaciones que puedan tapar aún más las vistas al mar.
La Autoritat Portuària ya ha colgado en su página web el pliego de condiciones que regirá el concurso por el que se adjudicará la explotación de la zona a una empresa privada durante los próximos 22 años. El concesionario podrá construir nuevas edificaciones en la zona de los astilleros y de la oficina municipal (esta última también sale en concesión) ocupando una superficie de hasta 2.360 m2. El volumen máximo edificable es de 16.520 m3 y la altura máxima permitida de siete metros.
En las parcelas situadas al otro lado del actual vial de acceso a la estación marítima, que quedarán integradas en la concesión porque se traslada el tráfico rodado creando un acceso nuevo junto a la zona verde de uso municipal, se permite una edificabilidad máxima de 945 m2 con una altura de 8 metros y un volumen máximo de 7.560 m3.
El concesionario estará obligado a ofertar dentro de las instalaciones una escuela de vela con una superficie mímima construida de 140 m2. Deberá también poner a disposición de la Autoritat Portuària una superficie de aproximadamente 100 m2 dentro de alguno de los edificios propuestos «prioritariamente lo más cerca posible de las actuales oficinas de la Autoritat Portuària de Balears».
El concesionario está obligado a garantizar una oferta mínima de 70 plazas en la marina seca, pero no se establece un máximo. La disposición de estas embarcaciones y sus elementos de almacenaje quedan en manos del licitador. Deberá garantizar una parte destinada a aparcamiento que será de uso prioritario para los vehículos de los usuarios de las instalaciones.
«Llevamos más de una década reclamando que se prolongue el paseo y se quiten los astilleros y ni los gobiernos anteriores ni el de ahora han sido capaces de dar una solución», dicen la Asociación de Vecinos del Moll y la Asociación de Restauración que no consentirán la ubicación de una nueva marina seca frente a sus casas y negocios.