Barrats, empresa familiar de calzado fundada en 1973, apostó siempre contracorriente por mantener toda su producción en Inca. Es una de las grandes del sector en el Raiguer pero la crisis, como a otras, le ha tocado de lleno. El 90 por ciento de sus ventas las hacía en España y Portugal, los dos países más tocados por la coyuntura actual económica.
El 5 de noviembre de 2013, cuando apenas se cumplía un año del cierre de sus cuatro tiendas, Barrats presentó un expediente de extinción de contrato que afecta a los 42 trabajadores fijos discontinuos de la fábrica. La reforma laboral le permite acogerse a esta figura por falta de producción.
Parada
La fábrica cierra habitualmente a finales de octubre de modo que los empleados pasan a cobrar conforme a las cotizaciones que han realizado, hasta que en diciembre la fábrica reinicia su producción con la idea de colocar el producto de la temporada estival entre enero y febrero en las tiendas.
Los pedidos han caído en picado y nada garantiza hoy por hoy que este mes de diciembre reabra la fábrica de Barrats en Inca.
«Estamos haciendo todo lo posible para encontrar una solución a esta situación difícil, pensamos que la salida pasa por exportar a otros países como Japón que valoran precisamente el made in Mallorca, pero para eso necesitamos tener garantizada la viabilidad», explican fuentes de la empresa.
La empresa está al corriente de pago con los trabajadores y asegura que la tramitación del expediente pretende precisamente dar una cobertura segura a sus empleados en el caso de que se presente «el peor panorama posible».