El próximo domingo, Catalina Riera, de Manacor, se convertirá en la primera virgen seglar mallorquina cuando sea consagrada como tal en una ceremonia presidida por el obispo de Mallorca en la Catedral. Espera con impaciencia este día, con un poco de nerviosismo pero también con «mucha ilusión».
—La vocación de virgen seglar era hasta ahora desconocida. ¿Cuál fue su primer contacto?
—Hace años que me planteaba una vocación religiosa pero no acababa de encontrar el camino. Me acerqué a diversas realidades y mi contacto con la opción de virgen seglar fue puramente por casualidad. Lo escuché en la radio y me llamó mucho la atención. Busque información, conocí a dos mujeres, una de Tenerife y otra de Solsona, y descubrí que, sin duda, éste era mi camino.
—¿Qué fue lo que la convenció?
—La vocación no se puede explicar, es algo que viene y sabes que está ahí. Como cuando alguien conoce a una persona y quiere estar con ella. A mi este camino me hace feliz y da sentido a mi vida. Quiero ser un testimonio de fe.
—¿Cuáles son las características de esta vocación?
—No tiene comunidad religiosa sino que la consagración es individual. No hay una vida en comunidad. Los religiosos se consagran a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Nosotros lo que hacemos es el propósito de virginidad, te entregas a Jesús.
—Mucha gente no entenderá este propósito.
—Soy consciente que hoy en día la virginidad no es un valor en la sociedad. Para mi el valor más importante es la fe y los valores que encuentro en el Evangelio.
—¿Cuál es su función?
—No tenemos ninguna función determinada sino que cada una, según su trabajo, se podrá dedicar a una cosa u otra. Nosotras tenemos una vida contemplativa, pero en medio del mundo. No estamos en un convento sino en el mundo para dar testimonio.