El Govern balear construye el nuevo instituto de Manacor en un solar que en los años sesenta estaba rodeado de tierras fértiles. Esos terrenos agrícolas constituyen actualmente el barrio de Son Fangos, situado en las afueras de la ciudad en dirección a Felanitx.
Durante el boom turístico las tierras se vendieron a familias trabajadoras procedentes de la Península. En el año 1972 ya eran 122 vecinos y todos construyeran sus casas sin enchufar ninguna máquina porque no existía suministro eléctrico y esquivando a los policías municipales, que entonces ejercían de celadores de obra.
Infracciones
Los vecinos del barrio pueden presumir de ser y de haber sido los grandes olvidados del urbanismo de la ciudad. Vivieron durante los años setenta con amenazas de derribo y con acusaciones de chabolismo, lucharon para conseguir fluido eléctrico y finalmente las normas subsidiarias de 1979, que todavía rigen el urbanismo de la ciudad, otorgaron carta de ciudadanía a los domicilios del barrio. Aún así hay que destacar que la construcción de cada casa del barrio constituyó una infracción urbanística, pero todas han prescrito.
Así, con el tiempo llegaron algunos servicios, como la recogida de basura, el alcantarillado, la posibilidad de tener teléfono... Con todo, Son Fangos es todavía un barrio sin recepcionar, es decir, la mayoría de calles no son del Ajuntament de Manacor, sino que son los vecinos quienes se tienen que encargar de su mantenimiento. Ante la construcción del nuevo instituto, previsiblemente serán muchos los coches que circulen por Son Fangos y los vecinos no entienden cómo el Ajuntament prioriza la recepción de urbanizaciones de lujo antes que el barrio.