El próximo 28 de octubre, el Papa Benedicto XVI beatificará en Roma a sor Catalina del Carme Caldés, una de las siete mártires que murieron fusiladas en el Coll de Barcelona. Por este motivo, más de 60 poblers, entre ellos el alcalde de sa Pobla, Joan Comes; el rector de sa Pobla, Joan Pons, y el presidente de los Antics Blavets de Lluc y regidor actual de Participación Ciudadana, Gabriel Ferragut, se desplazarán hasta la capital italiana en un viaje que durará tres días, del 27 al 29 de octubre.
También se desplazarán a Roma unas 180 personas de toda la Isla, ya que también se beatificará al resto de mártires del Coll, seis de ellos mallorquines: los misioneros de los Sagrados Corazones, el padre Simó, el padre Miquel, el hermano Francesc y el hermano Pau; y las franciscanas Hijas de la Misericordia: Sor Catalina Caldés y Sor Miquela. Y, finalmente, la única laica del grupo, la catalana Prudencia Canyelles.
Esta noche se llevará a cabo en la capilla del Roser de sa Pobla la presentación del libro Vida i martiri de sor Catalina del Carme Caldés. Se trata de la biografía de esta religiosa, cuyo autor es Mosén Joan Pons y Payeras, rector de sa Pobla, con prólogo de sor Paulina Aguirre, Superiora General de las Franciscanes Filles de la Misericòrdia.
El autor es Mosén Joan Pons y Payeras, rector de sa Pobla, con prólogo de sor Paulina Aguirre, Superiora General de las Franciscanes Filles de la Misericòrdia. En el libro también ha colaborado el Ajuntament de sa Pobla, y el acto de presentación contará con la participación de la coral municipal.
La historia de Catalina Caldés, de Can Panxa, es la de una mujer religiosa que se topó con la Guerra Civil. Vivió en sa Pobla hasta el 1921, e ingresó en la Congregación de las Franciscanas de Pina, donde destacó por su atención a los enfermos y recibió el hábito azul y el nombre de sor Catalina del Carme. Su vida religiosa transcurrió en Petra, Lloseta y Lloret y, en 1927, viajó a Menorca donde residió durante cuatro años. Después, viajó hacia la comunidad de la Mare de Déu del Coll, en Barcelona, obedeciendo las órdenes de una de las superioras generales. Sor Catalina se dedicó a a atender a los hijos de familias obreras y a cuidar de los enfermos más imposibilitados.