Una entrañable imagen ha causado sorpresa entre los usuarios de un conocido centro deportivo palmesano, ubicado en el polígono de Can Valero. En el acceso peatonal al aparcamiento, ubicado en un solar anexo, pegado a unas vallas y protegido por la vegetación se oyen unos agudos ruidos, familiares y que avisan de la presencia de un nutrido grupo de crías, de pollitos que se mueven ágilmente y huyen ante la presencia humana.
En su defensa dos gallinas comparecen y dejan patente ese gracioso asentamiento que cuenta con la complicidad de algunas de las personas que, diariamente, pasan por allí. Las mismas que les facilitan agua, servida en un recipiente improvisado con el fondo de una garrafa y, además, comida para que no tengan que ir a otro lado y poner en riesgo su vida y la unidad del grupo.
Es llamativa la presencia de verdura troceada sobre una teja, a la que los pequeños polluelos se acercan ávidos y cuando no hay personas cerca, escondiéndose en la maleza enseguida o buscando la seguridad que les confiere su madre. Incluso algún trozo de pan o de fruta se ha visto también. Mientras tanto, no les falta de nada y han encontrado un hábitat en el que llaman la atención y se han ganado el cariño de quienes les ven de lejos o escuchan ese gracioso cantar del grupo de pequeños polluelos en fila india.
La presencia cerca de esa zona de asentamientos chabolistas o de personas sintecho no tiene relación directa con la de estas aves, como suele ser habitual no muy lejos de ese área de estacionamiento. Eso sí, aquí han encontrado a algunos buenos 'amigos' que se preocupan de que a los pequeños polluelos no les falte de nada.
Desaparecerán en 3,2,1.