La zona de la playa de El Peñón, en el litoral palmesano en su zona del Coll d'en Rabassa, se ha convertido en un espacio conflictivo, situación que preocupa a los residentes, pero también a transeúntes habituales y, desde hace tiempo, a quienes gestionan diferentes establecimientos de restauración en todo ese perímetro.
Si meses atrás fue noticia ese rincón por la presencia de un grupo de jóvenes okupas de origen argelino, que se habían apoderado del edificio de lo que tiempo atrás fue Pescados Miró, su presencia fue incrementando una sensación de inseguridad que provocó inquietud e incluso movilizaciones entre un sector del vecindario, preocupado por la existencia de ese asentamiento y la actitud de algunos jóvenes, denunciando incluso intentos de robo, asalto a viviendas y locales comerciales y hurtos a turistas y vecinos.
La llegada de la temporada alta y del buen tiempo eleva la presencia en la playa de El Peñón, especialmente los fines de semana. Allí, el acceso es restringido y complicado por la falta de espacio para aparcar, estando además delimitado. Pese a ello, a lo largo del pasado fin de semana, varios vehículos estacionaron en zonas no autorizadas, generando además una serie de molestias en forma de ruidos (música, gritos...) e incluso se llegaron a producir altercados y alguna pelea, según refieren testigos.
Pese a que se requirió la presencia de la Policía Local, aseguran los vecinos que no sirvió para acabar con ese problema, que va reproduciéndose cada fin de semana de manera preocupante. Por ello, y ante la falta de acción por parte del Ajuntament de Palma, han decidido hacer pública su queja, que se suma a anteriores planteadas y centradas en la figura de los polémicos okupas, que siguen apostados allí y se dejan ver en los exteriores del ruinoso edificio de Pescados Miró, ubicado frente a la playa de El Peñón y el club militar de Torre d'en Pau.
La situación se ha agravado con robos a turistas, clientes de establecimientos de restauración y los bañistas, ante la indefensión de los afectados, que pese a requerir la presencia de la fuerza pública no encuentran respuesta, lo que eleva el malestar entre vecinos de comerciantes. A todo eso se suma la suciedad acumulada en el litoral, que indigna a los vecinos ante el incivismo de quienes no respetan el entorno marino y la costa.
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