El poblado de Sa Riera crece: cemento, un generador... y más chabolas

El núcleo de barracas se suma al 'fuerte' edificado bajo el puente y se expande hasta la falta del campo de fútbol Miquel Nadal

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Acceso a la ampliación del poblado chabolista ubicado junto al Parque de Sa Riera, el pie del campo Miquel Nadal, con un tramo cimentado. | Alejandro Sepúlveda

| Palma |

Los habitantes del poblado de Sa Riera crecen. Y lo hacen con nuevas chabolas que dan continuidad a la fortificación que han construido bajo el puente que limita uno de los extremos del parque. Unas barracas que se levantan en la ladera que conduce hasta el campo de fútbol Miquel Nadal y a las que se accede, en un tramo, por una pista de cemento que permite sortear un terreno de orografía compleja.

Además, un generador permite a los habitantes del 'fuerte', delimitado por una muralla levantada por los habitantes del poblado, de origen rumano en su mayor parte y algunos de avanzada edad, disponer de corriente eléctrica con la que iluminar la zona y cargar sus teléfonos móviles.

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Los usuarios del Parque de Sa Riera no pueden esconder su asombro ante el ruido que produce el generador, además de denunciar los humos que emanan de esa zona a consecuencia de quemas incontroladas que realizan los chabolistas, cuya cifra ha crecido en los últimos meses, expandiendo el poblado con nuevas hileras de construcciones levantadas con tablones y otros enseres, y que son visibles desde diferentes vías próximas, como la rotonda del cementerio. En algunas, incluso, asoman chimeneas.

La hostilidad con la que reciben a los desconocidos y curiosos que se asoman a las proximidades del poblado se ha convertido en una de sus armas disuasorias, intentando defender un terreno público del que se han adueñado, primero a cubierto bajo el puente que conecta la calle Salvador Dalí con el Camí de Jesús y la Avenida de Uruguay a través de la rotonda del cementerio.

Se trata de uno de los asentamientos de infraviviendas históricos en Palma, habiendo adquirido unas dimensiones notables que plasman la realidad que sufre la capital mallorquina, donde este tipo de asentamientos se están convirtiendo, especialmente en la periferia y cerca de las grandes arterias de comunicación, en parte de su paisaje.

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