La ofrenda floral al rey Jaume I, el próximo lunes, será en la plaça de Cort, y no en la plaça d’Espanya, por segundo año consecutivo. En 2023 también se hizo frente al Ajuntament, puesto que la plaça d’Espanya, donde se encuentra la estatua del rey, estaba entonces en obras. Desde Cort justifican ubicar la ofrenda en Cort porque la pasada edición fue «mucho más recogida» y «tuvo mucho éxito».
La decisión ha indignado a Més, que ayer acusó al PP de vulnerar la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial del año 2007. La regidora de Més Kika Coll recalcó que el documento recoge que la ofrenda floral se hace en la plaça d’Espanya al salir de la iglesia de Sant Miquel. Coll subrayaba que «el lugar no es casual» porque es donde se encontraba la puerta de Santa Margalida o Porta Pintada, por la que el rey entró en la ciudad el 31 de diciembre de 1229: «Lo que se pretende con este BIC es revivir su recorrido desde la Porta Pintada hasta la Seu».
Salve a la Virgen
Mientras, desde el equipo de gobierno argumentaron que la declaración protege la fiesta en sí y «no las ubicaciones», y que en otros momentos también se ha hecho la ofrenda en Cort. El primer teniente de alcalde y regidor de Cultura, Javier Bonet, respondió además que la declaración como BIC también estipula que, como parte de la ofrenda, la corporación municipal asiste al canto de la Salve a la Virgen de la Salud en Sant Miquel, «y desde hace muchos años ningún regidor de Més ha ido a escucharla». «La protección además de exigirla deberían trabajarla», lanzaba Bonet. Además, el concejal puntualizó que la ofrenda floral comenzó a hacerse en la democracia, por lo que es un añadido relativamente reciente a los actos de la fiesta, que tiene siglos de historia. La escultura del rey en la plaça d’Espanya, por su parte, data de la década de 1920.
En el pleno municipal del pasado enero se aprobó una propuesta de Vox para mantener en Cort la celebración. El PP votó a favor mientras que el PSOE y Podemos se abstuvieron, y Més votó en contra. «No somos partidarios de fosilizar las fiestas. Entendemos que están vivas y que los cambios se pueden producir, siempre que el Ajuntament los comunique al Consell de Mallorca y los justifique con una memoria avalada por expertos de prestigio que apoyen», matizó Kika Coll.