El germen de La Mujer de Verde nació en 1978 de la mano de Juanjo Ramírez. El pionero de la cocina a base de vegetales estableció el primer restaurante vegetariano en Mallorca, el Bon LLoc. En su bistró vegano continúa creando platos con la misma filosofía: gastronomía consciente y sutil. Siguiendo sus ideales, sirven agua filtrada sin ningún coste, una práctica que llevan haciendo desde hace 25 años, mucho antes de que se estableciera la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, en vigor desde 2022. Esta normativa, incumplida por el 99% de los establecimientos de Baleares según Consubal, obliga a ofrecer agua potable sin coste. La Mujer de Verde es el restaurante de la familia Ramírez; en sus fogones, Juanjo prepara las recetas junto a sus dos hijos, Paula y Carlos.
«Servir agua gratis e ilimitada nos parece algo básico», explica Paula Ramírez, cocreadora de La Mujer de Verde. «Si compráramos el agua, tendríamos que cubrir ese gasto, pero afortunadamente la tecnología se ha desarrollado lo suficiente como para que unas máquinas la filtren y sea de mineralización débil», aseguran desde el restaurante. «Es un desembolso básico para el negocio, al igual que no vamos a cobrar un extra por tirar de la cadena o si vienes en verano porque tenemos puesto el aire acondicionado», razonan. Los fundadores del espacio creen que consumir agua embotellada no solo implica un coste económico, sino también un impacto ambiental, desde el plástico a las emisiones generadas. «Es una cuestión de ética», aclaran.
«Por nuestra ubicación, en la Plaça de la Porta de Santa Catalina, muchas personas salen de misa y piden agua, se sorprenden mucho cuando les dices que no cuesta nada», cuenta la copropietaria. «No tengo un precio para el agua, es un derecho humano», asegura. Además, a sus comensales les proponen rellenar las botellas reutilizables de forma gratuita. «Prefiero que vengan a comer y disfruten», explica. De esta manera, colaboran con la salud del planeta, ya que no generan residuos, por no olvidar el bolsillo del consumidor. «Muchas veces vas a restaurantes y por cosas tan básicas, la cuenta sube muchísimo», empatiza.
«Es algo esencial para nosotros, servir agua, recibir a familias o atender a las mascotas que acompañan a clientes», cuenta Paula Ramírez. «Es nuestra casa donde alimentamos a quien venga, yo considero que soy anfitriona», explica. Por eso mismo, la familia Ramírez ha propuesto una membresía de 'Persona de Verde', para que la gente local disfrute de un precio reducido. «Nuestro menú cuesta 23 euros, pero si pagas la suscripción anual de 20 euros, lo tienes a 18 euros para ti y un acompañante durante un año», aclara la joven.
Esta iniciativa facilita que los clientes puedan probar los platos mensuales. «Cada mes cambiamos de menú porque somos un restaurante vegano y nuestra base son las verduras, un producto temporal», explica. Para ellos no tendría sentido crear una carta fija, dado que su filosofía se basa en un consumo consciente y responsable. «Al final, el veganismo no es solo comer verduras, se trata de impactar lo mínimo en el planeta y evitar el sufrimiento animal», cuenta la mallorquina. Asimismo, trabajan con Sa Teulera para asegurarse que el producto es local y ecológico.
Otro aspecto que destacan del restaurante es la seguridad ante intolerancias, ya que pueden garantizar que no hay contaminación cruzada con lácteos, huevos ni marisco. Además, con sus pequeñas acciones cada día trabajan en desmontar estereotipos, desde sorprender a paladares omnívoros como su aseo, que no tiene género. «Por ejemplo, nos gusta que los niños puedan entrar a la cocina y probar lo que van a comer», explica la de La Mujer de Verde. «En el fondo, a mí me gustaría eliminar la palabra 'vegano', somos simplemente un restaurante. Tendemos a etiquetar y eso genera prejuicios», añade Juanjo. Otra idea errónea que tratan de desafiar es que la dieta vegana no es saciante. «Estudiamos muy bien toda la composición del menú para que se encuentren todos los nutrientes básicos: proteína, hidratos de carbono, fruta fresca, verdura poco cocida...», detalla el padre de la familia Ramírez.