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PRIMERA PERSONA

Un hombre sin piernas necesita una silla salvaescaleras: «Me siento en la cárcel en mi propia casa»

«No puedo tener una vida digna como mis vecinos», se lamenta Miquel Vico, que vive con dos piernas amputadas

El único método que tiene Miguel Vico para salir de su casa.

| Palma | |

Miguel Vico vive encerrado en un tercero sin ascensor. El vecino de la calle Santiago Álvarez Avellán fue sometido a una amputación de las dos piernas tras una hospitalización hace cinco años, por lo que carece de movilidad autónoma. Desde entonces, su comunidad de vecinos y su administrador han ignorado su necesidad de salir a la calle. «Me siento en la cárcel en mi propia casa», se lamenta el vecino de Sa Indioteria. A pesar de que la comunidad de la finca aprobó unánimemente la instalación de una silla salvaescaleras, por las deudas de algunos propietarios, la entidad financiera se niega a trabajar con ellos.

El residente del tercero vive con su familia, porque sin su ayuda no podría vivir. Cuando compró la vivienda hace 20 años, no esperaba que su situación cambiara de esta manera. Con el mercado inmobiliario actual, ni se plantea vender su casa, ya que no podría permitirse comprar una planta baja. Además, la habilitación del baño para personas con movilidad reducida la tuvo que hacer su hijo, ya que no obtuvieron ayuda económica suficiente tras su salida del hospital.

En su día a día Miguel no puede salir a la calle, ya que cada vez que quiere hacerlo, debe bajar los tres pisos sin ayuda, impulsándose con sus propios brazos. El afectado se lamenta que no puede tener una vida digna como sus vecinos. «No quiero ser egoísta, sé que cada persona tiene sus necesidades, pero no me explico cómo no se hace justicia en situaciones como la mía», añade. El palmesano tampoco ha recibido ayuda de los servicios sociales. Por lo tanto, se encuentra en una situación de precariedad que no sabe cuánto tiempo podrá continuar.

A pesar de sus peticiones en repetidas ocasiones al administrador de la finca, Miguel solo recibe excusas. Además, el afectado teme que varias deudas prescriban, lo que complicaría la petición de Miguel para instalar una silla salvaescaleras. A pesar de que por ahora consigue salir a la calle con sus propios medios, reconoce que con su edad, cada vez le cuesta más bajar. Miguel asegura que se encuentra desamparado tanto por parte de las autoridades públicas como por parte de su comunidad vecinal.

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