Antes de las 09.00 horas las bolsas con ropas y objetos personales de Catalina Pomar y su hijo Raúl empezaban a aparecer en el portal número 24 de la calle Sant Vicenç de Paül. Según estaba programado, a las diez en punto tenían que ser desalojados del piso en el que han vivido «toda su vida». Amigos y familiares no han dudado en venir a echar una mano y varios miembros de la plataforma PAH Mallorca han comparecido para apoyar e intentar para el desalojo hasta el último segundo. La victoria ha sido parcial, pues finalmente pasadas las 11.00 horas la comisión judicial a aplazado el desahucio hasta el 26 de septiembre a las 11.30 horas.
El motivo de este aplazamiento ha sido la falta de presencia policial durante la salida de la vivienda, que no ha permitido ejecutar el desahucio garantizando la seguridad. Los que sí han estado presente han sido un gran abanico de medios que acudían convocados por la PAH para hacer eco del grado de vulnerabilidad de esta madre y su hijo. Las horas han pasado lentas para todos y durante la incertidumbre las lágrimas han tardado poco en aparecer en el rostro de los afectados y sus allegados.
«Llevo aquí toda la infancia», decía entre sollozos Raúl. «No he dormido nada», aseguraba Catalina con el rostro cansado y la misma ropa del día anterior. La duda se ha mantenido hasta el último segundo, ya que este lunes, asesorada por la plataforma, Catalina intentaba reunir toda la documentación necesaria para que su abogado de oficio presentara alegaciones ante el juzgado, argumentando que son personas en situación de vulnerabilidad. Raúl cuenta con un 50% de discapacidad reconocida y Catalina tiene 67 años, sólo cobra la pensión de viudedad de su marido, hace un tiempo sufrió un derrame cerebral y desde entonces su memoria «falla».
Al entrar en el domicilio, la falta de higiene es palpable. Las habitaciones están sucias, los muebles destartalados y el aire es denso. Catalina asegura que «nunca» se ha reunido con servicios sociales, salvo cuando su marido falleció, que «aparecieron una vez» para ayudarle con su situación económica. Esta mañana no había presente ningún asistente social. Aunque su cara y la de Raúl dibujaban una sonrisa al saber que se aplazada 15 días el desalojo, tras mediar el procurador con la secretaria judicial y el representante del fondo a quien pertenece ahora el piso y el garaje que se embargó en su momento, el reloj sigue corriendo para ambos.
De hecho, ya tenían un plan provisional para no quedarse en la calle de manera inmediata: «Raúl se queda conmigo y su madre se va a casa de su hermana a dormir en el salón», decía uno de sus amigos. Ahora, «intentaremos que si nos tenemos que ir, tengamos a donde ir, depende de la PAH», decía Catalina. Y es que, la plataforma va a intentar que el Ibavi les conceda una vivienda social. «A las 11.00 horas tengo una reunión con el director Roberto Cayuela para pedir que el Govern les de una vivienda, por ser vulnerables», decía Àngela Pons de la PAH.