Pep Berrio y Manolo Henry son dos ciudadanos palmesanos. El primero es pensionista, el segundo, trabajador en hostelería «pero en el paro». A ambos los encontramos en el bar que hay en la entrada de la estación Intermodal. Berrio se iba a Sóller, pero antes quería dejar en la ventanilla de reclamaciones una referente a la alta temperatura que hay en el interior, concretamente en le segunda planta, donde llegan los buses desde distintos puntos de la isla y de la que salen al rato con destino a diversos lugares. Henry le acompañaba, «pero me temo que no me van a dejar entrar con el monopatín, el casco y el chaleco, todo porque dicen que la batería de estos chismes puede estallar, como ocurrió una vez con una de ellas, creo que en un bus y… Pues que no entiendo que no dejen entrar por eso, ya que, según sé, las baterías de todos los monopatines que circulan por España están homologadas, avaladas por el Ministerio de Industria… ya veremos que pasa».
Como falta tiempo para la salida, «y abajo -Pep insiste- hace mucho calor», nos quedamos donde estamos y de paso charlamos de la vida y de lo que supone hoy en día ser ciudadano de un país en el que todos los que vivimos en él somos iguales ante la Ley. Y, naturalmente, charlamos también sobre los calores que pasa uno que pretende coger el autobús del TIB, de la estación situada metros más debajo de dónde nos encontramos.
«El año pasado, con fotografía con barómetro en la mano incluida, denuncié que la temperatura ahí abajo alcanzaba los 41 grados ¡una barbaridad! ¿Resultado? El Govern, concretamente la Conselleria de Transports, ni caso. Pedía que, cuando menos, pusieran aire acondicionado, lo cual no es pedir la luna. Ni caso. Pues bien, este año volvemos a las mismas. Ahí abajo, como tengas que esperar, no se pue estar. Y lo digo con conocimiento de causa, pues padezco Epoc, lo que significa que las altas temperaturas me nublan la vista, y como no me salga, me desmayo. Ya me ocurrió el año pasado, por eso, en este, espero aquí arriba», relata.
Le preguntamos si en eso basa la denuncia que va a presentar y asegura que «en eso y en otras cosas». «Por ejemplo, que este año, con los nuevos en el Gobierno, las cosas siguen igual que antes. O peor. Lo digo porque el año pasado había unos bancos en la primera planta en la que nos podíamos sentar para esperar… Sobre todo nos podíamos sentar los mayores -matiza-. Pues bien, a algún iluminado se les ha ocurrido quitarlos, por lo que ahora, si nos queremos sentar, tenemos que hacerlo en el bar, pagando una consumición, claro. Eso sí, estando fresquitos, pues en la primera planta, que generalmente es de paso, sí hay aire acondicionado».
Tras darle un sorbo a lo que se está tomando, Pep sigue con su relato. «Porque, hablando de iluminados, no sé si es el que ha ordenado quitar los bancos de ahí abajo u otro, resulta que si antes el bus del TIB te dejaba en la misma puerta de Son Espases, lo cual agradecíamos los mayores y sobre todo las personas con problemas de movilidad, ahora la parada la han puesto a unos 300 metros de la entrada al hospital, y encima, parte de ellos con una inclinación del 25%. Imagínate lo que es eso en un día de verano, a las tres de la tarde… O en un día de invierno, lloviendo, o como sucede a veces, diluviando. Claro, esa persona que ha ordenado el cambio de ubicación de parada se ve que le llevan en coche hasta la puerta y le vienen luego a buscar, porque si no, es que no me lo explico. Y como yo, la gente que utiliza ese bus», argumenta.
Henry, sentado frente a él, asiente. «Sí, es así. No entendemos a qué ha venido este cambio». Berrio retoma el uso de la palabra. «A ver… Los gobiernos, por aquello de favorecer al medio ambiente, nos animan a que dejemos de utilizar nuestros coches y utilicemos el transporte público. Bien, está bien esa medida. Pero hay un problema. La línea 203, por ejemplo, tiene una frecuencia de hora y media. ¿Se imagina…? Es decir, si pierdes el bus tienes que esperar noventa minutos a que pase otro. Y encima algunos buses no tienen aire acondicionado…. Vamos, que lo está mal, como bien diría Murphy, -añade- puede empeorar. ¿Y sabe por qué creo que pasa eso? Pues porque las personas a las que dan el cargo no tienen ni idea, todo porque ese cargo no lo tienen por haber ganado una oposición, lo que significa que quién la gana tiene conocimientos, sino porque le nombran así, a dedo… Y eso ha pasado antes, y antes, y seguirá pasando en el futuro».
Cerca de donde estamos sentados, hasta tres policías nacionales, frente a ellos, dos jóvenes retenidos.
-Jamás había visto a tantos policías en este lugar -dice Berrio-, cuando lo suyo sería que hubiera más….
-Estoy de acuerdo con lo que dice -añade Henry-. En este antiguo hotel que tenemos enfrente, y que está siendo reconstruido por el Govern para destinarlo a no se qué, tendrían que poner una comisaría de policía local. Sería un toque a los delincuentes….
-Hablando de policía, o más concretamente de seguridad -habla de nuevo Berrio- en los servicios de la Intermodal tendría que haber más vigilancia. Más de una vez que he entrado por necesidad para utilizar el urinario, se me a acercado un tipo a ver… Y como no me suelo cortar, le he dicho: '¿Qué miras tío…? ¡Ahí tengo lo mismo que tú Supongo que eso le habrá pasado a otra gente. Por eso, más vigilancia, y más cuando esos mirones suelen ser siempre los mismos».
Una cosita más. Palma tiene un déficit de policías locales, lo cual ha reconocido el mismo alcalde. «Sí, faltan policías, pero yo lo que haría si fuera alcalde -dice Berrio-, sería quitar todos los escoltas que tienen los políticos y destinarlos a la calle ¿por qué un concejal ha de llevar escolta…?
Llegando el momento, dejamos el bar y, con la escalera automática, llegamos a la primera planta. Ahí hace fresquito, la verdad sea dicha… «Pero ya verás como la temperatura baja a nada que entremos en la planta de abajo», dice Berrio, camino de la ventanilla de reclamaciones, donde deja la queja. A pocos metros de nosotros camina Henry, tirando de patinete. No tiene muy claro que le permitan entrar donde están los autobuses, ni mucho menos subir en el que viajará Berrio….
Tras dejar la queja en ventanilla, descendemos hasta dónde están los buses. Entramos sin problemas. Notamos que hace calor, más o menos como en la calle, una temperatura que va en aumento a medida que vamos yendo hacia el fondo. A punto de llegar al bus con el que viajarán a Sóller aparece un agente de seguridad de la terminal y le dice a Henry que tiene que salir, ya que los monopatines no están permitidos. Henry obedece, y a modo de saludo nos hace un gesto como diciendo, «¿Lo veis…? Ya os dije que no me dejarían…». Berrio y el otro agente discuten… Tras identificarnos como periodista, pregunta si tenemos permiso para estar allí, haciendo fotos. La respuesta es no, primero, porque no hay ningún cartel que advierta que no se puedan hacer fotos, y segundo, porque tampoco hay ningún cartel que diga que para hacer fotos se ha de pedir permiso… Y mucho más cuando vemos que a nuestro alrededor hay gente, que en lo que espera para subir al bus, se está haciendo selfis -le decimos-. Es más, les mostramos las imágenes que hemos tomado en las que aparece Berrio, solo, frente a la ventanilla de quejas y Berrio y Henry, con el monopatín, en la puerta que da al estacionamiento de los buses.
El problema, si es que lo hubo, termina ahí. Henry yéndose a su casa con el monopatín, el casco y el chaleco, y Berrio subiendo al bus y… Pues que sí, que los usuarios del TIB agradecerían infinitamente que se refrigerara esta zona. El anterior Govern no lo hizo, y este, la primera vez- el año pasado-, cuando lo denunciamos, no hizo caso ¿Hará lo mismo en este? Lo suyo sería que la presidenta del Govern, o el responsable de Transportes de la Comunitat, se dieran una vuelta por ahí abajo y comprobaran que la queja de estos usuarios está más que justificada.