En una ciudad en la que el metro cuadrado residencial está tan cotizado, cualquier opción es susceptible de convertirse en una rentable fuente de ingresos. Ahora le ha llegado el turno a las caravanas residenciales que se localizan en zonas como Son Güells o el aparcamiento de las piscinas de Son Hugo. Según Javier González, portavoz de los caravanistas que residen en Son Güells, «ya se están alquilando autocaravanas para vivir». Los precios podrían llegar a los 400 e incluso 500 euros al mes. Demanda, por desgracia, no falta para este tipo de alojamientos.
Climent Picornell, geógrafo y catedrático emérito de la UIB, señala que «no se puede culpar a los propietarios de las viviendas que las alquilan de forma ilegal. Siempre hay alguien que quiere una porción del beneficio turístico del que han disfrutado los hoteleros históricamente».
Picornell advierte que «el numero de viviendas turísticas ilegales que hay en Palma es enorme. Nos flagelamos por el alquiler turístico ilegal o si compra un extranjero un inmueble porque el mallorquín vende. Es un tema caliente y peliagudo». En su opinión, la única solución «es limitar las plazas turísticas. Ya que el Aeropuerto de Palma dice que da un servicio y si vienen más turistas, se les permite entrar. No se le pueden poner puestas al campo».
Contraste
En su opinión, el límite debe estar en las plazas turísticas, ya sean hoteleras como de alquiler vacacional, y aplicarlo de manera drástica. «Mallorca es la isla de las exageraciones. Junto a la cama caliente está el caso del ático que se ha vendido en Drassanas por seis millones de euros. Pasamos del gran mercado europeo para ricos al de los trabajadores. No hay un término medio», asegura Picornell.