Pasear por las calles de Verge de Lluc te traslada por momentos a otra época. La singularidad de esta barriada, en la que sus característicos bloques de viviendas, de protección oficial en su mayor parte, divididos por la vía del tren que conduce a Inca, Manacor o Sa Pobla son parte inseparable de su personalidad, la hace especial. Pero también el fuerte movimiento asociativo, plasmado en la Plataforma 'Fent Pinya', que desde hace dos décadas aúna a todas las entidades que forman parte del esqueleto social de esa parte de la olvidada periferia de Palma, limítrofe con Marratxí.
El 10 de junio de 1954 se constituyó el Patronato Virgen de Lluch, destinado a la construcción de viviendas públicas y protegidas, amparadas por el Bisbat de Mallorca. Tres años más tarde, el 2 de abril de 1957, tuvo lugar la bendición de ese grupo de viviendas, promovido por la Obra Sindical del Hogar, cuya imagen y perfil sigue en pie y con apenas variaciones en la mayor parte de la zona. «Todos nos conocemos al fin y al cabo», aseguran sus habitantes.
La estación de SFM y el tren separan en dos partes Verge de Lluc, cuya asociación de vecinos se muestra activa e implicada en atender las reivindicaciones «de la gente mayor que queda, de los hijos de quienes llegaron aquí al inicio y de todos los que se han instalado aquí con el paso de los años», aseguran Lola Rojas y Ana Ramírez, vicepresidenta y tesorera de la entidad, que tras la pandemia dejó sin efecto sus cuotas. Son unos 200 los socios registrados, destacando, por encima de todo «el carácter obrero» de esa barriada en la que la actividad social está muy presente.
Actos por el Día de la Mujer, Sant Jordi, fiestas vecinales en verano... «Nos cuesta sacarlo adelante, dedicamos tiempo y en ocasiones hasta nuestro propio dinero, pero tenemos un sentimiento de pertenencia muy fuerte a Verge de Lluc y eso nos hace tener, además de ganas, pasión», explica Ana, a la par que Lola interviene para recordar que «no hemos cobrado los 41.000 euros correspondientes a 2024» por parte del Ajuntament de Palma.
«Al alcalde no le hemos visto por aquí desde que llegó al cargo», aseguran ambas, tildando de «ausentes» a los políticos de Cort. «Sólo piensan en el centro, la periferia parece que no es de primera, aunque pagamos igual los impuestos, votamos...», reseña Ana Ramírez, tesorera y persona muy implicada en el CEIP Verge de Lluc, centro educativo de la barriada, que cuenta con institutos como Son Cladera, Son Rullán o Juníper Serra.
Otro de los asuntos que lamentan es el exceso de velocidad en algunas zonas de una barriada de calles estrechas, reclamando badenes a Cort, aclarando que «no es una zona insegura, pero sí pedimos una mayor presencial policial», comentan las dirigentes de la asociación, que agradecen la labor de los Policías de Barrio y el Policía Tutor y refieren también otra lacra como «la venta de droga, que es una realidad y un grave problema a la vez, aunque somos una barriada tranquila, no conflictiva», refiere Ana y Lola, que la radiografían como un espacio «multicultural, con gente de toda la vida y que siente muy suyo el barrio».
El Llar Reina Sofía, el Centro de Día y de la tercera edad y los dos locales de la asociación vecinal, uno de ellos cedido a Cort para realizar el Cíber Aula «y cuyos gastos tenemos que adelantar nosotros» son algunos de los puntos de reunión, al igual que la iglesia parroquial, ubicada en la plaza de la Mare de Déu de Lluc. Y pronto esperan recuperar definitivamente otro escenario de encuentro reclamado desde hace muchos años: el campo de fútbol. Un nuevo club en ciernes sería el eje de una instalación que ultima su reforma esperada, anexa a las pistas de petanca y las polideportivas. Además, el nuevo césped artificial dará cabida al Mallorca Hockey Club.
El servicio de Emaya resulta «efectivo» para las representantes del tejido vecinal, que dejan claro que Verge de Lluc «no es un barrio sucio, pero sí que vemos incivismo, aunque depende de quién vive en según qué zonas vemos que está más o menos sucio, especialmente tras los fines de semana», comentan desde la sede del colectivo.
A nivel transportes, el tren de SFM completa la red de autobús de la EMT que pasa por los confines de la larga calle Aragón, mientras que la cobertura sanitaria está garantizada en la UBS de Son Rullán, a la que se suman los PAC del Pont d'Inca, Sa Cabana y s'Escorxador, siendo Son Espases su hospital de referencia.
La Asociación de Vecinos de Verge de Lluc tiene claras sus peticiones al Ajuntament de Palma, que pasan «porque paguen a tiempo las subvenciones justificadas y acordadas», destaca Lola Rojas, vicepresidenta de la entidad, quien añade que «en cuanto a infraestructuras sean más ágiles» a la par que se luche «contra el incivismo», poniendo en valor el trabajo que se realiza desde la Plataforma 'Fent Pinya' «para mantener nuestra esencia como barrio obrero, de toda la vida y de buena gente», aseguran desde este rincón de Palma por el que parece no haber pasado el tiempo en algunas de sus calles.