El bar Riu Dolç ha cerrado este jueves a mediodía de golpe y porrazo para siempre. Todo ha sido tras una inspección de Sanidad. «No voy a preguntar a cada cliente por los alérgenos. Por eso he cerrado para siempre, me he hartado. Ya está», ha señalado con contundencia Toni Perelló, propietario del emblemático bar, que en realidad tenía previsto cerrar el negocio a final de año.
La inspección de Sanidad del jueves por la mañana ha provocado cierre súbito de este negocio histórico que está situado muy cerca del Conservatori. «En realidad no era para tanto. La inspectora de Sanidad ha venido y me ha puesto pegas: que si estaba muy sucio, que si todo estaba muy viejo. Luego me ha preguntado que si tengo una carta con alérgenos y yo no voy a preguntar las alergias a cada cliente», cuenta muy enfadado Perelló.
Esta visita súbita de Sanidad ha acelerado el cierre de este establecimiento que tenía previsto echar la persiana a final de año. El pasado noviembre Perelló había vendido el local y la vivienda superior a la promotora VAE Homes, donde tiene previsto construir viviendas.
El reciente fallecimiento de su hermano, Miquel Perelló, el pasado 19 de diciembre, ya incentivó a Toni Perelló las ganas de cerrar el negocio, tal y como ya adelantó Ultima Hora. «Can Dolç tiene más de 60 años y pasó de padre a hijo y después, lo cogimos nosotros», contaba Antonio. Este bar ya tenía las horas contadas, ya preveía cerrar en este año y carecía de relevo generacional. «Por ahora no, pero el año que viene se cerrará. Qué hem de fer... Yo solo qué voy a hacer: pues aguantar un poco», contaba en aquel momento Toni muy apenado. Al final, el cierre definitivo ha llegado mucho antes de los esperado.