Hace más de un mes una vecina de sa Vileta, Alba Ruíz, llamó al 010 para alertar de que las bolsas de procesionaria del parque canino de Son Puig estaban completamente llenas. Una unidad de Parques y Jardines se acercó a recogerlas, sacando un total de 10 repletas de orugas. La alarma volvió a saltar hace dos fines de semana cuando algunos vecinos que pasean a sus mascotas por el pinar vieron un ejemplar que había bajado del árbol: «La matamos inmediatamente, pero si ya ha salido una, las demás están al caer», dice Alba.
El pasado 12 de febrero Alba llamó de nuevo al 010 para que acudiera a la zona recreativa, un equipo del departamento municipal se personó y cortó varias ramas de los pinos con unas tijeras de podar largas. Sin embargo, en las ramas más altas seguían habiendo muchos nidos y la subcontrata no pudo entrar al recinto con un camión grúa porque la puerta de acceso era demasiado pequeña, según informan desde el Consistorio. Ahora muchos vecinos de la zona han dejado de pasear con sus perros por el parque por miedo a que chupen o se coman alguna oruga y les provoque una reacción cutánea.
«Un día paseando a mi perra me encontré con uno de Emaya, que me dijo que este tema lo lleva Parques y Jardines. Paseando otro día me encontré a un operario y me dijo que lo lleva una subcontrata, pero no me quiso decir cual», explica Alba. Al preguntar a Parques y Jardines por esta zona recreativa y el problema de las orugas se mostraron extrañados de que no se hubiera atendido la queja ya que afirman tener «buena relación con las asociaciones vecinales de la zona y actúan inmediatamente» cuando hay una llamada. Además, aseguran que esa misma semana un equipo pasaría a retirar las orugas.
El peligro de la procesionaria
Juan Ignacio Serra, es veterinario en la Clínica Veterinaria de La Vileta, la cual se encuentra cerca de la zona recreativa para perros donde existe el problema. «Hace un par de semanas que la gente que viene con sus perros nos dice que hay muchas orugas y que los llevan atados por miedo», dice. Asimismo, recientemente han llegado a su consulta dos perros con la lengua inflamada «e incluso necrosis». «Tuvimos un cliente que tuvo que ir a urgencias el fin de semana por procesionaria», subraya.
Normalmente, los caninos que se ven más afectados por este lepidóptero son los cachorros de un año o menos, porque «son muy curiosos y se lo llevan todo a la boca». Si tienen suerte se les inflama el labio y si no tienen tanta desarrollan necrosis. Cuando esto pasa, «lo primero que hay que hacer es poner una medicación para parar la reacción. Con necrosis, hay que darles antibióticos para que no tengan septicemia», expone. Además, advierte de que muchos dueños meten la mano en la boca del animal para ver qué le ocurre, lo que provoca que muchos también sufran una reacción por el polvo de la procesionaria que se adhiere a la lengua del canino.
Otras quejas
Alba señala que las orugas no son su único miedo, ya que dentro del parque «también hay trozos de tuberías que se supone que están para regar, pero nunca hemos visto que se riegue nada». Por otro lado, critica que las cerraduras de las dos puertas que dan acceso al reciento no cierran bien y «hay que estar de vigilante de la puerta porque cuando hay viento se abren y el perro se puede escapar al no ir atados».