Una vecina abre el portal a primera hora de la mañana y se muestra contundente: «Queremos que vuelvan las tiendas». Junto a su portal discurren las galerías Avenidas totalmente valladas. Hasta los años 90 contaban con tiendas de discos, de ropa y estancos. Ahora son el escenario ideal para una película apocalíptica. A sus vecinos de las Galerías Velázquez no les va mucho mejor.
Mantas tiradas por el suelo que fueron el lecho de un sintecho que buscaba cobijo, restos de obras, carritos de la compra llenos de trastos y, sobre todo, los puestos del mercado gastronomico Da Vinci que naufragó. Entre los restos quedan los carteles donde se ofrecían cócteles, sushi y wok, parrilla y hamburguesas, mojitos a 2,90 euros y gofres a tres. La degradación de años de inactividad hace mella en la zona pese a que se encuentran dentro del Casc Antic y en una zona comercial.
Pere Alomar, uno de los propietarios de los locales, que cuelga el cartel de Se Vende, reconoce el enfrentamiento que hay con los propietarios de las viviendas. «Habia tres supermercados interesados en abrir un centro pero los vecinos no quieren. Lo han intentado Aldi, Eroski y Mercadona pero los vecinos no quieren. Siempre hay discusiones». El portavoz de los 15 propietarios de los locales reconocen que «tenemos una mala papeleta. El Colegio de Ingenieros tiene local pero solo abre unas horas por la mañana. Los demás están vacíos».
Muy cerca están las Galerías Velázquez, que sobrevivieron al incendio que asoló uno de los locales el pasado septiembre. Viajes Fama, que era uno de los supervivientes, optó por trasladarse a la calle Manacor y solo perduran un bar, una oficina y una peluquería. Los demás locales están cerrados a cal y canto y con grafitis en sus fachadas. Junto con las de la Plaça Major, son testimonio de que el tiempo de las galerías ya pasó.
Todas estas galerías estan ubicadas en zonas de mucha afluencia turística como es el centro de Palma pero aún así, estan condenadas salvo que se haga algo al respecto. Una buena solución para estos espacios sería comprarlos con dinero público, a un precio justo, y alquilarlos a quien quiera explotarlos a un precio económico, pero ojo, nunca pero nunca a franquicias de ningún tipo, las franquicias pueden pagar los locales de la Plaza España (se los han quedado todos). Esto sería para emprendedores locales que quisiesen empezar una actividad con futuro. Una vez implantada la idea y con los clientes consolidados, buscar otro lugar más grande donde continuar ese negocio, y dejar libre el local para que pase el siguiente emprendedor, evidentemente con más matices, pero como base me parecería todo un acierto y un ejemplo para otras ciudades