El centro está viviendo un incremento de la afluencia de turistas y se alzan las voces que dicen que algunos rincones de la ciudad están más sucios que nunca. Las redes sociales se llenan estos días de testimonios gráficos donde se ven mesas repletas de restos de comida y envoltorios, así como servilletas y vasos tirados por el suelo. Son los restos de un banquete que cada día se celebra en plaza de España.
Según Anna Moilanen, defensora de la ciudadanía, «la presión aumenta siempre con la llegada de la temporada turística. Entre nuestros visitantes hay de todo, como entre los residentes, pero se generan muchísimos más residuos y por ello la presión sobre el servicio de recogida lógicamente crece. Generan más residuos los restauradores y tiendas, y es uno de los precios que hay que pagar por esta industria turística».
Por otro lado, Jaume Bonet, responsable de la Federació de Veïns de Palma y representante de la entidad en el consejo de administración de Emaya, advirtió que «hay un problema muy grande con la limpieza. Y es algo que corresponde a Emaya, al Ajuntament, a la Policía Local pero también a la ciudadanía. Es un problema de civismo».
Suelo pringoso
Los vecinos de plaza de España perciben un empeoramiento de la limpieza en esta zona en concreto. Según Sacramento Alcaide, «está sucísima, asquerosa. Por la mañana cuando vengo, los restaurantes de aquí arrastran por el suelo las bolsas de basura con comida y se ven los chorretones de grasa, además de orines». La culpa, achaca, es «del que ensucia y de la falta de limpieza en toda la plaza». Todo esto lo dice mientras tira la basura en unos contenedores subterráneos rodeados de bolsas de basura de los restaurantes cercanos.
En la librería San Pablo, justo delante de los contenedores, contemplan cómo los empleados de los establecimientos no se molestan en tirar los cartones pese a que no está lleno. «Palma se está convirtiendo en una ciudad sucia», se lamentan las libreras.
A sus puertas se acumulan bolsas de basura y cajas de cartones de comida de los restaurantes vecinos. «Tienen el contenedor vacío pero no tiran los cartones dentro. Y todo está lleno de las servilletas de los bares de al lado. Tendrían que ser más limpios. La impresión que damos es patética», se quejan.
Óscar Domínguez es otro de los afectados por la suciedad. Tiene un negocio en la plaza y denuncia que «está muy sucia y el suelo pringoso», a lo que se suma la rotura de las baldosas que ahora se han señalizado con barreras para «parchear».