El informe que constata la contaminación del acuífero de Son Reus aconseja desmantelar el vertedero del que proceden los metales pesados y «valorar la posibilidad de retirar» los 4,7 millones de toneladas de residuos que se acumularon entre 1975 y 2008, periodo en el que estuvo activo.
El documento, redactado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), confirma que el vertedero clausurado en Son Reus de Palma sería «el foco principal de la contaminación de las aguas subterráneas» y asegura que «puede existir una importante imposibilidad de controlar o eliminar los lixiviados (los líquidos que emanan de las basuras) que migran al acuífero».
Por ello, en el apartado de recomendaciones, el primero de los consejos que propone el IGME es «estudiar e implementar técnicas para evitar que los lixiviados lleguen al acuífero», de manera que no contaminen ni las tierras ni las aguas subterráneas del llano de Palma.
Al mismo tiempo, el informe sugiere a la Empresa Municipal de Aguas y Alcantarillado de Palma (Emaya) «valorar la posibilidad de retirar los residuos sólidos urbanos del vertedero clausurado».
Los análisis realizados por el IGME en el entorno del basurero indican la presencia en el acuífero de Son Reus de once metales pesados por encima de los límites establecidos en la normativa estatal de aguas para consumo humano.
En el apartado final del dosier, también se resalta «la gran extensión y el elevado volumen de agua subterránea contaminada» y se señala que «la recuperación de la calidad (del agua) es sumamente compleja en el corto y medio plazo».
En ese sentido, el IGME recomienda a Emaya que implemente sistemas para mejorar la calidad del agua del acuífero de Son Reus, ya sea mediante métodos pasivos (es decir, aislando los contaminantes) o sistemas activos que permitan eliminar los metales pesados que el vertedero ha filtrado al subsuelo.
Además de subsanar las deficiencias del antiguo basurero, el organismo estatal plantea dos medidas relativas a la gestión actual de los residuos. Por un lado, trasladar los depósitos de las cenizas que generan la incineradora de Tirme. Por otro, revisar la impermeabilización del vertedero de cola de Emaya, que es el lugar donde actualmente se hace acopio de las basuras recogidas en toda la isla en caso de que no puedan ser incineradas.
El IGME realiza estas dos advertencias porque, dado que los terrenos de Son Reus son permeables y se asientan en la zona de carga del acuífero, las instalaciones actuales de gestión de residuos pueden «causar impacto y deterioro de las calidad de las aguas subterráneas.
Además, en el caso del vertedero de cola, dice el informe que «se desconoce con exactitud el posible impacto» que tiene sobre la masa de agua, por lo que también se debería monitorizar si existen vertidos de lixiviados hacia acuífero.
Por último, el documento elaborado por la delegación en Baleares del Instituto Geológico y Minero de España recomienda «poner en conocimiento de las autoridades competentes y el comité de vigilancia del vertedero el resultado de este informe para que actúen de acuerdo con sus competencias».
Poco tiempo después de que el IGME finalizara el informe en noviembre de 2019, se reunió el comité de vigilancia del vertedero de Son Reus. No consta que las instituciones presente hayan tomado ninguna decisión para ejecutar las recomendaciones efectuadas en el informe.