Los vecinos de Ciutat Jardí están «muy molestos» y «cansados» de la «invasión» de caravanas en sus calles, «porque no es solo que estos caravanistas aparquen, es que viven aquí, es como si se estuviese creando un poblado chabolista pero con caravanas», explica Jeroni Sureda, presidente de la Associació de Veïns de Ciutat Jardí-Son Martorell.
Ayer mismo, los vecinos registraron en el Ajuntament de Palma un escrito dirigido al alcalde, José Hila, acompañado de 330 firmas, en el que explican las consecuencias de este incremento, «cada vez mayor», del número de roulottes en la zona. «Degradación del barrio, impacto visual negativo, inseguridad ciudadana, suciedad, vertidos de aguas fecales en las alcantarillas de pluviales o directamente al mar por parte de algunos de los caravanistas, descontrol poblacional y, en definitiva, la transformación de nuestro hermoso barrio y zona de costa en un lugar de acampada y párking de caravanas».
También les constan por parte de algunas de estas personas «alquileres ilegales de caravanas, trapicheos extraños en ellas o gente que tunea la caravana de otros», por lo que consideran que «se está creando un microcosmos rarísimo y hay que pararlo».
Ante esta situación, los vecinos y usuarios de Ciutat Jardí reclaman al alcalde «que instrumente con las regidurías competentes un plan de acción para solventar este problema». Este plan, explica Sureda, «pasa por la habilitación de zonas en la que puedan aparcar estos vehículos, pues en Palma no hay ni uno, como ya están haciendo otros municipios de Mallorca y Menorca». Por ejemplo, proponen que estos puntos de aparcamiento de caravanas puedan estar en los aparcamientos disuasorios con los que cuenta el Ajuntament en la periferia de la ciudad, como Son Fuster o Son Sardina.
«Para defender nuestro espacio ciudadano y el de todos los usuarios de Ciutat Jardí, haremos dentro de la legalidad todo lo necesario para conseguirlo», aseguran los residentes en el escrito.
Sureda recuerda que hace años «había dos o tres y nos hacía gracia», los vecinos les ayudaban si necesitaban algo, «pero se ha ido corriendo la voz y ahora ya son 40 y 50, y va a más».
Este vecino relata que «a veces acampa durante muchos días una roulotte de dos metros de altura a metro y medio de mi casa, y esas son nuestras vistas», por no hablar de que «desde sus ventanas me ven en mi terraza y conocen mis horarios, conocen a mi familia, saben si estoy o no es casa, y yo no sé quiénes son, esto a la gente de aquí nos crea un clima de intranquilidad total».
En su mayoría no se trata de turistas, pues Sureda afirma que a Mallorca vienen pocas personas de vacaciones en caravana, precisamente por la falta de sitios para acampar que se les ofrece, según les han informado desde la Asociación de Autocaravanistas de Baleares.
En cualquier caso, aclara que «sean turistas o no a nosotros nos da igual, lo que pedimos es que Cort ponga medidas ante esta creciente demanda».