Grandes casales del Casc Antic de Palma como Can Oleza o Can Armengol están en plena rehabilitación. Estos edificios, muchos catalogados, se preparan para mostrar una nueva cara.
A principios de junio una cadena sueca abrirá el hotel Concepció by Nobis, con 31 habitaciones, en la calle Concepció. El arquitecto Jordi Herrero se encarga de su rehabilitación. Conocido como Can Feliu, este edificio es del siglo XVI y a finales del siglo XIX se reconstruyó «con cierta precariedad. Se mantiene la fachada y la planta baja y la torre mirador, pero el edificio estaba parcialmente colapsado», dice Herrero.
Por otro lado, Can Oleza, Can Serra o el antiguo museo Torrents Lladó de la calle Portella están en obras. La mayoría serán residenciales, según Guillermo Reynés, director de GRAS Reynés Arquitectos y responsable de estas obras. «Son edificios con mucho valor histórico y patrimonial y hay mucha demanda. A la gente le gusta volver a vivir en el Casc Antic. Es cierto que la mayoría son extranjeros pero también hay mallorquines», cuenta Reynés.
Patrimonio
Advierte que una obra de estas características «es una responsabilidad. Es el patrimonio de Palma. Su origen es medieval y se edificaron desde el siglo XVII hasta el XIX con añadidos posteriores». El objetivo es conservar sus elementos característicos «pero con los usos de hoy». Su estado depende de «si han estado ocupados hasta la reforma. Los abandonados requieren obras más serias».
Reynés advierte que «estamos ante los últimos coletazos de un boom. Casi todo está rehabilitado» en el centro y señala que no todo se convierte en hotel urbano ya que «el mercado se regula. Tambien hay mucha demanda para residencial». Dice que «si el Casc Antic estuviera en Florencia, saldría en todas las guías. Tiene un altísimo valor patrimonial».
Claudio Hernández es el arquitecto responsable de la reforma de Can Armengol, en San Jaume, un edificio «de origen medieval que en el siglo XVIII se convirtió en un casal». En 1810 fue objeto de «una reforma neoclásica por parte del arquitecto Isidro González». Hoy se está reformando con técnicas tradicionales con la colaboración de la Universitat Politécnica de Catalunya.
«Es una reforma muy respetuosa», dice Hernández de este inmueble de 3.000 metros cuadrados que en septiembre saldrá al mercado como viviendas de alquiler. Los materiales han sido escogidos con mucho cuidado: baldosas hidráulicas y de barro, así como piedras recuperadas del propio edificio, se combinan con otros materiales tradicionales fabricados en la Isla. La restauración abarca más de 90 puertas, mosaicos, artesonados, lienzos, murales, escaleras, arcos, bóvedas y muebles. Ahí se han hallado elementos ocultos de origen islámico, medieval, barroco y modernistas. «La arquitectura mallorquina tradicional, en su mayoría, ha sido sobria y elegante. Hay que ponerla en valor y no competir con ella», dice Hernández.
En la misma calle, el despacho CMV Architects convierte un casal de 700 metros cuadrados en una vivienda unifamiliar, propiedad de un alemán que le dará una segunda o tercera vida.
Una rehabilitación de 2.000 euros el metro cuadrado
Pep Vich, socio de la firma CMV Architects, advierte que la obra que están dirigiendo en la calle Sant Jaume «es un edificio de 700 metros cuadrados que se convertirá en una vivienda unifamiliar. El propietario busca tranquilidad», dice Vich. Estos grandes casales familiares «se dividen entre los herederos» y se venden para convertirlas en viviendas independientes. «El coste de rehabilitación es muy alto, supone una inversión de 2.000 euros el metro cuadrado», explica Vich.