Doce campanadas en soledad. El fin de 2020, el año de la pandemia del coronavirus, ha llegado en la plaça de Cort de Palma con uno de sus principales símbolos, En Figuera, más solo que la una. Más solo que nunca por necesidad, ante la preocupante evolución de la COVID, que en Baleares anda especialmente descontrolada en las últimas fechas.
Durante toda la noche los ecos de las cenas en las casas y algunos fuegos artificiales se han dejado sentir de forma discreta, festejando con responsabilidad el fin de un año funesto. Tras las campanadas los ecos de la pirotecnia se ha intensificado en toda la capital balear. Ha durado unos minutos, luego se ha hecho nuevamente el silencio: estamos en pandemia y rige el toque de queda.
Este jueves la celebración quedaba exclusivamente de puertas para dentro y en Figuera no ha tenido a quien recitarle en persona los doce tañidos que marcan el fin de un año y el comienzo del siguiente.
El reloj del Ajuntament de Palma ha sido revisado y debidamente engrasado horas antes de la medianoche para asegurar su funcionamiento en un momento clave, cuando los ciudadanos de Mallorca y del conjunto de las Islas han acompañado los últimos compases del año que jamás hubiéramos imaginado. Más que nunca las doce uvas han deseado un 2021 lleno de suerte y especialmente de salud.
El toque de queda a las 22.00 horas ha recluido a todo el mundo en sus casas y nadie se ha acercado hasta la céntrica plaza de Palma donde, en otras ocasiones, cientos celebraban y brindaban. Solo estaba el equipo de IB3 que ha emitido el momento para todas las Islas.
Por si las advertencias reiteradas no eran suficientes, un control policial aseguraba el mantenimiento de las medidas sanitarias y de seguridad alrededor de la plaça de Cort. Además, durante toda la noche, los agentes se mantendrán vigilantes para evitar desmanes e irresponsabilidades en un momento especialmente crítico sanitariamente hablando.
«Este fin de año va a ser especial por muchas cosas. Más que dar la bienvenida al nuevo año, despediremos con ganas el 2020. Es un día para recordar a los que se han ido, la incertidumbre que nos ha tocado vivir y la esperanza de ver una vacuna eficiente», afirmaba el regidor Alberto Jarabo antes de la hora marcada. Y no se equivocaba