Llegan con el tiempo justo para hacer el reportaje porque tienen que ver un piso. José Manuel Márquez y María Carmen Ordóñez es el matrimonio que este lunes fue desahuciado por la fuerza en la barriada de Can Capes del hogar en el que llevaban tres años. Vienen aquejados de dolores en la espalda y los hombros producidos mientras resistían en la casa. Hasta que encuentren una alternativa habitacional viven en casa de Andrea Márquez, su hija, en un pequeño piso en Palma. Aseguran que el desalojo se hizo con la intención de especular, ya que tenían todo pagado y en regla.
«Todas nuestras cosas siguen en el piso, no pudimos coger nada», explica Ordóñez. «Ahora la idea es que los abogados de ambas partes acuerden una fecha para ir a recogerlas». La familia critica que, al tener problemas con los propietarios que les reclamaron diferentes cantidades para recuperar la vivienda, la Oficina Antidesahucios no les ofreciese solución. «Sólo nos dieron una lista de trasteros, que teníamos que pagar nosotros, para guardar los muebles, y nos dijeron que podían ofrecernos un albergue», cuenta Márquez.
El lunes fue un día para olvidar en esta familia. La hija explicó que «estaba todo planificado para sacar las cosas si se ejecutaba el desahucio, pero se presentaron una hora antes y no dejaron subir a nadie para ayudarnos». Aseguran que hubo «cachondeo» por parte de la policía: «Tocaron al timbre mientras forzaban la puerta, y dijeron ‘está sonando el timbre, ¿porqué no abrís?'». También aseguran que los dueños, presentes en el rellano mientras se ejecutaba el desahucio, se rieron cuando les sacaron.
«Yo me asomaba para pedir una semana más, sólo una semana, pero los propietarios le dijeron a la Policía que reventasen la puerta si hacía falta», explica la hija. «Las cosas se podían haber hecho mucho mejor; a nosotros se nos acababa el contrato en marzo y podían haber esperado un mes más para no hacer todo esto. Además, nunca han querido negociar con nosotros, todo ha sido mediante denuncias». Andrea Márquez lamenta además que «lo que han hecho con nosotros ha sido un desgaste de energía y recursos. Si nos llegan a dejar todo este tiempo sin problemas, hubiéramos podido buscar un piso con más tranquilidad».
Lo que ha pasado les ha dejado huella, y el dormir tranquilos les costará un tiempo. Ahora deben buscar un piso, con el lastre de estar marcados por haber sufrido un desahucio. «Sólo queremos vivir en un piso digno con tranquilidad».