Suben los decibelios con respecto a Alberto Garzón, el ministro de Consumo a quien buena parte de la clase política española atiza tras declarar en una entrevista a The Guardian que los productores de carne en granjas masivas de España obtienen un producto de peor calidad que aquellas que apuestan por un modelo netamente sostenible. Que este comentario sea una enmienda a la totalidad del trabajo y el esfuerzo del sector agrícola depende de los ojos con los que se mire, atendiendo a los pronunciamientos de los políticos. Qué se esconde tras esta campaña generalizada de descrédito del ministro de Consumo del Gobierno de coalición.
El tam-tam suena con fuerza desde Castilla y León, donde está previsto que se pongan las urnas en clave autonómica dentro de un mes. Precisamente este es un territorio donde la industria cárnica y todo el sector primario en su conjunto tienen un peso específico definitorio. Allí el PP quiere empezar a consumir peldaños en su particular escalera de ascenso hasta la Moncloa. Por el momento los pronósticos no le ponen en mal lugar, y esta polémica con Garzón en el centro ofrece a la derecha española un arsenal de primera categoría en la guerra abierta por el poder territorial.
No solo al PP, Vox y Cs. En las últimas horas se han producido varios comentarios e incluso silencios cargados de significado de parte del alma socialista del Gobierno de coalición, mientras las voces de Unidas Podemos siguen del lado de Alberto Garzón como demostró este martes la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Al contrario la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha pedido «hablar menos y trabajar más». El ministro de Agricultura, Luis Planas, dijo en Onda Cero: «soy el ministro de Alimentación, si alguien habla de alimentación lo normal es que me llame». Dio la callada por respuesta cuando le cuestionaron directamente si Garzón es el nombre idóneo al frente de la cartera de Consumo.
Pronto será el turno de Andalucía, si es que finalmente su presidente Juan Manuel Moreno decide llevar la legislatura a su fin y propiciar la cita electoral anticipada. A nivel nacional el PP acelera y pone toda la carne en el asador. A ser posible los populares quieren cobrarse una pieza de caza mayor más allá del propio Garzón, a quien el año pasado ya vapulearon por decir que se consume demasiada carne y que ello afecta negativamente al planeta en clave medioambiental. Así su vicesecretario de Comunicación Pablo Montesinos ha vinculado este miércoles el «escándalo» del ministro de Consumo con las macrogranjas a «la extrema debilidad política» del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que no quiere dar la batalla para cesarle, aunque tampoco le respalda públicamente.