El rey Juan Carlos ha inaugurado este sábado en los Jardines del Descubrimiento de la plaza madrileña de Colón el monumento a Blas de Lezo, el gran marino español del siglo XVIII que, apodado «Mediohombre» porque se quedó cojo, tuerto y manco por sus múltiples heridas en combate, no perdió ni una sola batalla.
Desde hoy, su efigie, una estatua en bronce de unos tres metros y medio, obra del artista Salvador Amaya y que muestra de cuerpo entero al teniente general de la Armada responsable en 1741 de la trascendental victoria de la flota española sobre tropas inglesas en Cartagena de Indias, comparte reconocimiento en esta plaza madrileña con otros marinos ilustres como Cristóbal Colón y Jorge Juan.
Ha sido don Juan Carlos el encargado de descubrir la placa de esta escultura a Blas de Lezo, en un acto militar en el que el monarca ha sido recibido con honores por parte de una compañía mixta integrada por dos secciones de Infantería de Marina y una de Marinería.
Con la inauguración de este monumento se salda una deuda histórica con la figura del militar español que, pese a ser uno de los marinos más importantes de la historia naval española, no contaba con ningún espacio público en la capital.
Así lo han destacado en sus discursos tanto Íñigo Paredes, el presidente de la Asociación Monumento a Blas de Lezo, promotora de la escultura mediante cuestación popular; la alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Jaime Muñoz-Delgado, y el embajador de Colombia, Fernando Carrillo.
«No hay patria sin compatriotas a los que admirar. La patria no es un territorio ni una fecha, es el ideario donde habitan hombres como Blas de Lezo», ha señalado Paredes quien ha subrayado el «sacrificio, esfuerzo y humildad» que convirtieron al marino en «uno de nuestros mejores hombres».
Para el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada la escultura de Blas de Lezo supone el reconocimiento a «un gran español» y a un marino que venció en todas las batallas en las que participó «engrandeciendo» el nombre de España.
«Con solo seis buques y un puñado de hombres alcanzó su máxima hazaña histórica en 1741», ha recordado Muñoz-Delgado, en alusión a la victoria de Blas de Lezo al resistir el ataque de la segunda flota más importante, la británica, en la defensa de Cartagena de Indias, y que permitió, a la postre, que en América se hable español.
Botella se ha sumado también al reconocimiento al teniente general de la Armada, el «Mediohombre». Su escultura «hace justicia a este español ejemplar», ha dicho, antes de defender que su «inteligencia, astucia y valentía» convierten a Blas de Lezo en «el héroe que toda nación habría querido honrar».
Su «último triunfo» con la inauguración de este monumento, ha añadido Botella, simboliza además la victoria sobre «quienes pretenden imponer el silencio o negar la contribución generosa y leal de todos los pueblos» o sobre aquellos que quieren dar pro «caducada una gran nación como es «España».
Tras las palabras de la alcaldesa, el acto ha concluido con homenaje a los que dieron su vida por España, un desfile protagonizado por las dos secciones de Infantería de Marina y una de Marinería y el himno de la Armada, cantado por muchos de los asistentes, incluido el rey Juan Carlos.
Nacido en la localidad guipuzcoana de Pasajes de San Pedro, Blas de Lezo se puede contemplar en esta escultura con rostro serio y sereno, con una pata de palo, sin un brazo y con la espada al cinto.
«Mediohombre» ya fue protagonista hace un año de una importante exposición en el Museo Naval que buscaba darle reconocimiento institucional, contando sus hazañas, entre las que ocupa un lugar destacado la victoria en Cartagena de Indias cuando las tropas por él comandadas ganaron una difícil batalla contra los ingleses.
Frente a 195 barcos ingleses capitaneados por el almirante Edward Vernon, la flota española contaba con doce barcos, de los cuales sólo seis eran de guerra; pese a la enorme desproporción de fuerzas, la capacidad estratégica de Blas de Lezo impidió una derrota que a priori se daba por segura.
Además, su victoria fue decisiva porque evitó que España perdiera la llamada «llave de América» y que los ingleses pudieran hacerse con los territorios americanos de la Corona española.
Pese a ello, Blas de Lezo y Olavarrieta, cojo desde los quince años y que no conoció la derrota en los más de 20 combates en los que participó, nunca tuvo la consideración que merecía; falleció el mismo año de su principal gesta.
Mientras sus restos descansan en una tumba sin nombre en Cartagena de Indias (Colombia), el almirante Vernon fue enterrado con todos los honores en la Abadía de Westminster, en Londres.
El monumento con su efigie de la madrileña plaza de Colón dará fe a partir de ahora de la memoria de quien fue uno de los mejores marinos de la Armada española.