España está desde ayer pendiente del, en palabras de su hijo, «inminente» final del que fuera primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez González, cuya figura y contribución a la Transición han sido ensalzadas por la clase política.
Adolfo Suárez Illana convocó ayer a los medios de comunicación en la clínica Cemtro de Madrid, donde su padre fue ingresado el pasado lunes por una afección respiratoria, para señalar que se había producido un agravamiento de la enfermedad neurológica que padece el expresidente y que su desenlace podía producirse en las próximas horas.
«Ahora está en paz y en manos de Dios, nos ha regalado más sonrisas quizá que en los últimos cinco años», explicó Suárez Illana quien recordó que su familia lleva 11 años preparándose para este momento.
La familia del expresidente ha recibido la cercanía de la Casa Real, el Gobierno y los partidos políticos, que han expresado su tristeza por el grave estado de salud de uno de los grandes artífices de la Transición española.
Don Juan Carlos, que ha estado pendiente del estado de salud de Suárez a diario desde hace once años y, especialmente, desde que ingresó el pasado lunes en la clínica, y los Príncipes siguen la evolución de su estado. La Reina, que se encuentra en Guatemala en un viaje de cooperación, ha afirmado al conocer la noticia: «Es horrible. Lo siento mucho. Es muy triste todo».
El alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que no se cura y cuya causa se desconoce, se convirtió en el último gran reto de Adolfo Suárez y desde el año 2003 –se supo después por sus allegados– nubló su mente hasta convertir sus últimos años de vida en una página en blanco.