El presidente del Gobierno, José María Aznar, aseguró ayer que las noticias del viaje de Felipe González a Marruecos son consecuencia de «una mala información» y cree que el PSOE quiere hacer de ello un «escándalo» para ocultar su «incoherencia» y «división» y sus situaciones de «ridículo» y «absurdo». Aznar se expresó así ante el pleno del Congreso en respuesta a una pregunta del portavoz del grupo socialista, Jesús Caldera, quien acusó al jefe del Ejecutivo de protagonizar una política de «exterminio al adversario» y le dijo que cuando sea relevado, también se irá el «rencor» de la política española.
En un debate con intercambio de aplausos y abucheos entre los diputados del PP y del PSOE, Aznar dijo que esas palabras de Caldera quedarán con toda nitidez en el Diario de Sesiones de la Cámara «para vergüenza» del portavoz socialista y de su grupo parlamentario. Aznar aseguró que mantiene su confianza en los ministros Cabanillas y Piqué, cuestionados por este asunto por los socialistas, ya que cree que no son responsables de lo que se les acusa. Garantizó que el Gobierno no se dedica a controlar la vida de ningún miembro de Ejecutivos anteriores ni de parlamentarios e insistió en que «este asunto no es más que una mala información y una mala interpretación de informaciones no debidamente comprobadas ni cotejadas».
«Se han presentado las correspondientes excusas y no me cuesta absolutamente nada reiterarlas ante esta Cámara», añadió Aznar, quien calificó de «error» el hecho de «hacer de este episodio un asunto de preocupación nacional». El portavoz socialista dijo en su intervención que los españoles han asistido con asombro a «la fabricación de una mentira, con mala fe» para perseguir a González y consideró que al no haber cesado ni al embajador en Marruecos ni a los ministros Cabanillas y Piqué, se demuestra que el responsable es el propio Aznar. Tras preguntarle por qué siguió alentando la noticia pese a que, según aseguró, el 25 de enero el director del CESID le comunicó que era falsa, Caldera dijo que el presidente del Gobierno podía tener hoy la «gallardía» de asumir su responsabilidad «aunque sea sólo una vez en su vida política» y «pedir perdón».
El ministro Portavoz, Pío Cabanillas, rechazó por su parte que el Gobierno fabrique informaciones falsas o urda conspiraciones, acusó al PSOE de mantener un discurso de «la descalificación y el insulto» y se preguntó cuándo piensa este partido pedir disculpas por imputar delitos inventados. El socialista José Blanco acusó al Gobierno de «recurrir a burdas mentiras» para desprestigiar al PSOE y a González, al tiempo que pidió la dimisión de Cabanillas por manipulador, cobarde, mentiroso y discípulo de Goebbels. El ministro del Interior, Mariano Rajoy, retó al PSOE a demostrar las acusaciones vertidas contra Cabanillas y Piqué. Rajoy esgrimió una reseña de prensa en la que se refería a una acusación de González denunciando una reunión del ministro Cascos con el abogado de Amedo, algo de lo que «González aún no se ha disculpado».